05 mayo 2008

REPORTAJES


JOY DIVISION: SINTONÍA NEGRA.

El icono inmortal.

Nunca es tarde para hablar de Joy Division. Ríos de tinta corren sobre el icono de Manchester a propósito de casi todo: del aniversario del fallecimiento de Ian Curtis, de la reedición de su discografía, del estreno del largometraje de Anton Corbijn o de la influencia subliminal del cuarteto en un amplio espectro de músicos actuales. Este reportaje no es un ejercicio de reincidencia, ni un pecado de ausencia de imaginación. Hablar de Joy Division deviene finalmente en una necesidad orgánica, pues esas canciones han vuelto a aparecer en un momento inesperado, oscuro y genialmente oportuno.

La música de Joy Division es la música de la angustia, el desastre y los interrogantes. Pero contrariamente, también es el elixir de la solución. Cuando todo parece perdido el cuerpo pide una dosis de “Unknown Pleasures” (79) con las luces apagadas. Es su disco más siniestro, el comienzo de una carrera de confesiones lúgubres pero sensatas, de un sonido quebrado e inconfundible. Suenan “Disorder”, “Insight”, “She´s Lost Control” o “Shadowplay”, y la atmósfera se tiñe de negro en cuestión de segundos.

A continuación llega “Closer” (80), algo más inocuo en cuanto a toxicidad sonora, pero con declaraciones brutales como “Atrocity Exhibition”, “Passover” o “A Means to an End”, y con un barniz de delicadeza muy agradecida en “The Eternal” y “Decades”. Eso es todo en cuanto a una colección de largos. Luego están los singles y las rarezas, y el bien hecho por “Still” (81) y “Substance” (88) refundiendo episodios individuales con mayor o menor acierto. De ellos salen la brillantez de “Dead Souls”, el romanticismo de “Atmosphere”, la intensidad de “No Love Lost”, el movimiento sísmico de “Komakino” y cómo no, las celebérrimas “Love Will Tear Us Apart” y "Transmission". Todas van fluyendo por el altavoz, como en un desfile militar, y mientras pasan las ideas se aclaran. Tony Wilson comparaba a Joy Division con el punk en los siguientes términos: el punk decía “jódete”, pero ellos dicen “estoy jodido”. No hay vergüenza en reconocer que a menudo lo estamos, que el mundo no gira a la misma velocidad que nosotros, que la sensación de vacío nos supera pese a tener las manos llenas, y que la metáfora y la reflexión son más sabias que la ira. Así lo entendía Ian Curtis, sin ahondar en cuestiones existenciales, sin afirmar que era un angelito, sin defender su autoimpuesta condición de mártir. Él y sus circunstancias alumbraron un mito en lo musical y en lo literario, casi tan tridimensional como el de Kurt Cobain, dejando marca en generaciones sucesivas. Y ese influjo seguirá perpetrando nuevos homenajes, nuevas copias, nuevos documentos, nuevas versiones y un sinfín de apologías. Porque el icono resurge periódicamente y siempre con la misma fuerza. Porque cansarse de escucharlo es imposible y a nadie le importa la condena de una bien ganada eternidad.

Diez temas para el alivio y la evasión:

- Dead Souls.
- Transmission.
- A Means to An End.
- Passover.
- Insight.
- She´s Lost Control.
- Heart and Soul.
- The Eternal.
- Komakino.
- These days.

Foto: allmusic.com

www.neworderonline.com
www.joydiv.org
www.joydivisionmovie.co.uk

1 comentario:

Oscar Casali Fuentes dijo...

Hola Mary...tantas lunas sin sentarme como se merece a leer tus interesantes y apasionadas líneas musicales. Y qué mejor que reencontrarme con estos feligreses del oscurantismo interno que todos llevamos dentro. Nada más que agregar a tu preciso artículo de Joy Division.

Ahora que he podido vivitar a mis amigos bloggeros no me canso sobre todo de revisar el tuyo, lejos uno de los mejores.

Un gran abrazo...y pasa a visitarme de vez en cuando también, aunque tarde harto más en actualizarme.

Un abrazo
Oscar

PD: tengo facebook por si te interesa...y si te animas también puedes inscribirte al "grupo" Corriente Alterna, que no podía faltar.