CONCIERTOS
Impartiendo lecciones de rock´n´folk.
Que caiga una somanta de agua por la A-42 cuando vas hacia Madrid para reunirte con los Waterboys es una casualidad la mar de hermosa. El legado que han ido dejando con los años (cuarto de siglo, más o menos) es de un impecable que asusta. Y muchas de sus canciones son ya historia; quizá no Historia con mayúscula, pero sí historia de risas, bares y confesiones amistosas. Su nueva visita a Madrid congregó a muchos fieles y se convirtió en un apoteósico episodio de recuerdo y adoración. El seguidor de siempre corea cada estribillo y se quita veinte años de encima. El que los ve por vez primera alucina, y sale preguntándose por qué ya no hay bandas auténticas como las de antes. La lección que Mike Scott (que parece conservado en formol) y compañía dieron en la capital es de las que devuelven ese sentimiento a veces titubeante de fe ciega en el rock. Un rock con infinitas interconexiones, un reino que se expande más allá de las fronteras.
Empecemos por el final, para variar: el gran festival estuvo sin duda en los bises, donde la colosal “The Pan Within” y el clásico popular “Fisherman´s Blues” rozaron la eternidad. Antes hubo tiempo para las obvias, las escondidas, para exhibiciones, variantes y excitantes demostraciones de stop and go. Sonaron “Glastonbury Song” (grande, pero afeada por el turbio sonido), “Killing My Heart” (soberbia), “Old England” (pelín estática) o “Medicine Bow” (explosiva). “The Raggle Taggle Gypsy” y “When Will We Be Married” convirtieron la noche madrileña en un jolgorio dublinés, y el violín y teclado de Steve Wickham y Richard Naiff despertaron a los druidas con su duelo en “Red Army Blues”. Pero la que no podía faltar era “The Whole of the Moon”, con Scott liberado por primera y única vez de toda atadura instrumental: pasan los años, pasan las canciones, y sigue luciendo en todas las listas de favoritas. Después de oírla mil veces en un reproductor, sentirla en directo es como la liberación final de un yugo incómodo.
En fin, la excusa era airear “Book of Lightning”, pero su protagonismo fue discreto. “It´s Gonna Rain”, “Love Will Shoot You Down”, “Sustain” o “She Tried To Hold Me” hicieron el papel de guarnición entre manjares copiosos. Y aunque se echó de menos el vendaval del saxo y canciones como “Don´t Bang the Drum” o “A Girl Called Johnny”, un concierto así hace olvidar hasta el prohibido cigarrito.
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