DISCOS
THE FLAMING LIPS. Embryonic.
Orfebrería progresiva.
Se dice, se comenta, se rumorea que el próximo proyecto de The Flaming Lips será una revisión completa de “Dark Side of the Moon” de Pink Floyd. Pues mira por donde, todo encaja. Porque los de Oklahoma, resurgiendo de sus presuntas cenizas, se han sacado de la manga toda una sinfonía progresiva, su gran ópera rock. Sorprendiendo a propios y extraños y superando los síntomas de agotamiento, “Embryonic” (2009) los despierta del letargo, erupcionando en los oídos como un volcán, borrando de un plumazo la fantasía y el dibujo animado. Empieza muy Silver Apples, virando después al universo Pink Floyd para acabar sabiendo a Led Zeppelin. Y sin ser un disco (o mejor dicho, doble disco) de canciones, abre y cierra con dos de sus temas más sublimes, rotundos y pegadizos en años: “Convinced of the Hex” y “Watching the Planets”. No, no es un disco de canciones: es un todo, una sucesión de movimientos estudiados y ensamblados donde no sobra casi nada, solo el incómodo punto y coma de “Virgo Self-Esteem Broadcast”. Capas y capas de sonido donde todo tiene su espacio: bajos saturados, pedales wah-wah, arpas, samplers, orquestas enlatadas y artillería electrónica para dar y tomar. Pura obra de orfebrería. Dicen las crónicas que Wayne Coyne, Steven Drozd y Michael Ivins han firmado su mejor disco desde el mítico “The Soft Bullletin” (99). Opinión irrefutable y suscrita desde ya.
www.flaminglips.com
Orfebrería progresiva.
Se dice, se comenta, se rumorea que el próximo proyecto de The Flaming Lips será una revisión completa de “Dark Side of the Moon” de Pink Floyd. Pues mira por donde, todo encaja. Porque los de Oklahoma, resurgiendo de sus presuntas cenizas, se han sacado de la manga toda una sinfonía progresiva, su gran ópera rock. Sorprendiendo a propios y extraños y superando los síntomas de agotamiento, “Embryonic” (2009) los despierta del letargo, erupcionando en los oídos como un volcán, borrando de un plumazo la fantasía y el dibujo animado. Empieza muy Silver Apples, virando después al universo Pink Floyd para acabar sabiendo a Led Zeppelin. Y sin ser un disco (o mejor dicho, doble disco) de canciones, abre y cierra con dos de sus temas más sublimes, rotundos y pegadizos en años: “Convinced of the Hex” y “Watching the Planets”. No, no es un disco de canciones: es un todo, una sucesión de movimientos estudiados y ensamblados donde no sobra casi nada, solo el incómodo punto y coma de “Virgo Self-Esteem Broadcast”. Capas y capas de sonido donde todo tiene su espacio: bajos saturados, pedales wah-wah, arpas, samplers, orquestas enlatadas y artillería electrónica para dar y tomar. Pura obra de orfebrería. Dicen las crónicas que Wayne Coyne, Steven Drozd y Michael Ivins han firmado su mejor disco desde el mítico “The Soft Bullletin” (99). Opinión irrefutable y suscrita desde ya.
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1 comentario:
Marisa, ¡soy Estefa! El día 12 tengo entradas para ver a The Dodos, ¡ya te contaré! :)
Besicos
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