31 octubre 2022

CONCIERTOS

TRIBUTO A THE CURE, U2 Y DEPECHE MODE by NEON COLLECTIVE

Toledo. Círculo del Arte. 28-10-2022

Lo reconozco, soy una loca de los ochenta. Y lo reconozco, soy una loca de The Cure y Depeche Mode (y de los U2 originales). Así que, si me prometen que voy a pasar una noche en un garito escuchando música de estas tres bandas, ¿cómo voy a poder resistirme? Era la oportunidad de asistir por primera vez a esa moda desatada hace unos años de los tributos, cosa que definitivamente tiene su gracia y su arte particular. Mucho trabajo, mucho estudio y, por supuesto, mucha capacidad de mimetización. Neon Collective son una banda valenciana de músicos ya consolidados en la escena española, dedicados ahora a las lides del homenaje, grandes músicos y grandes artistas que demuestran un amor y un respeto absoluto por los temas que emulan. Y así son muy capaces de meterse en la piel de estas tres bandas míticas consecutivamente y por espacio de tres horas, creando una especie de mágica ilusión en el espectador. Una experiencia realmente inusual en más de dos décadas vividas de música en directo. 

Sus primeros protagonistas son The Cure, con cardado y maquillaje incluidos, y aunque “Just Like Heaven” revele que en realidad hay una diferencia significativa, conforme se suceden “Lovesong”, “Friday I´m in Love”, “Boys Don´t Cry”, “Why Can´t I Be You?” o “In Between Days” vas entrando en una especie de sueño surreal, creyendo estar verdaderamente delante de un Robert Smith menos siniestro y más estilizado. A la altura de “Close to Me” la cosa está a pleno rendimiento, y “Lullaby”, fidelísima e impoluta, sugiere que esta noche estamos precisamente en el lugar donde debíamos estar. Serán U2 los encargados de confirmar el acierto, con un arranque potentísimo a ritmo de “Desire”. El miedo: que aparezcan los U2 mesiánicos de macroestadio. Pero no. Surgen los añejos, los que nos gustan, y allá que nos arrancamos a corear “I Still Haven´t Found What I´m Looking For”, “Pride (In the Name of Love)”, “I Will Follow”, “Sunday Bloody Sunday”, “Where The Streets Have No Name”, “One” y, cómo no, la imprescindible “With or Without You”. Tiene gracia: no he visto a U2 en vivo en mi vida y hoy casi los estoy viendo aquí en Toledo (nota histórica: tuve una entrada para verlos en el Calderón en 2005 y la regalé). El atracón final es probablemente el más bombástico, Depeche Mode surgidos del otro lado del espejo. “Si este tipo sale ahora y clava la voz de Dave Gahan, le pongo un monumento” pienso y comento. Y en efecto, no solo se desmarcan en voz y en pose, sino en todo lo demás, recreando magistral y explosivamente “Stripped”, “Strangelove”, “Just Can´t Get Enough”, “A Question of Time”, “I Feel You”, “Policy of Thruth”, “Walking in My Shoes” o “Never Let Me Down Again”, y dejando para unos bises antológicos las archiconocidas y archinecesarias “Personal Jesus” y “Enjoy The Silence”. Tres estilos diferentes, tres leyendas vivas, tres exhibiciones cenitales y una sola banda. De verdad que hay que darles la enhorabuena y, por supuesto, las gracias.



29 octubre 2022

DISCOS

ARAB STRAP “As Days Get Dark


Y hablando de Glasgow… Tengo la obligación moral de rescatar algunos de los discos que me motivaron durante los dos años y pico de silencio, que no fueron demasiados. Más bien viví de las rentas durante todo ese tiempo, de misceláneas de recuerdos de los ochenta y los noventa. No hubo mucho donde rascar ni muchas ganas de hacerlo, pero 2021 vino con algunas joyas bajo el brazo. Ya hablé del impacto definitivo de “As The Love Continues” de Mogwai, y ahora toca hablar de sus amigos y nuevos huéspedes de Rock Action Records: Arab Strap. Anunciaban en 2016 su regreso tras casi diez años de experimentos paralelos, subiéndose a las tablas de vez en cuando para recuperar el fondo perdido. Tuvimos que esperar hasta 2021 para tener nuevo material, y sabíamos que no sería moco de pavo. En efecto, no lo es: “As Days Get Dark” es lo más brillante que Aidan Moffat y Malcolm Middelton podían ofrecer para un retorno a bombo y platillo. Inmenso de principio a fin, con un arranque de los más épicos en mucho tiempo (“The Turning of Our Bones”), los caústicos e inquietantes discursos de Mofatt, los excelsos ritmos y melodías de Middelton, arreglos de cuerda y viento como agujeros para que corra un poco el aire entre tanta intensidad. Nada que no conociéramos ya. Algo que echábamos de menos.

Lo mejor dentro de lo mejor: “The Turning of Our Bones”, “Another Clockwork Day”, “Compersion, pt 1”, “Kebabylon”, “Here Comes Comus!”, “Fable of The Urban Fox”.  

15 octubre 2022

REPORTAJES

LOST IN FRANCE

Más viejos pero más sabios

Para nosotros, los amantes de lo underground, de la música que rula fuera de los circuitos habituales, la ciudad de Glasgow siempre ha sido un punto referente en el mapa. Al igual que Los Ángeles en los 60, Londres en los 70, Manchester en los 80 o Seattle en los primeros 90, Glasgow ha sido la cuna de muchos de los grupos que nos maduraron el gusto en nuestra juventud y nos mostraron cuál era el camino que queríamos seguir. Bandas como The Jesus & Mary Chain, The Vaselines o Primal Scream fueron los primeros en tirar de ese carro de creatividad instigada por la desindustrialización y por el declive económico y social que asoló la ciudad en tiempos de la Thatcher. Recogiendo su testigo, muchas otras bandas emergieron a partir de los 90, saliendo como setas de los sótanos, de los garajes, de los garitos de Sauchiehall Street. Teenage Fanclub, The Pastels, Arab Strap, Mogwai, The Delgados, Bis, Belle and Sebastian, Camera Obscura, Magoo, Travis, Franz Ferdinand, The Phantom Band, Sons and Daughters, todos ellos pueden presumir de formar parte de la historia de una ciudad que vive por y para la música. Una imagen se me quedó grabada a fuego en mi única visita: George Square a las cuatro de la tarde, desierta bajo una lluvia torrencial, mientras una pantalla gigante en medio de la plaza emitía a todo trapo un concierto de Editors.

Pues bien, hubo un tipo llamado David Sosson que durante su época de estudios en Glasgow tuvo el gusto de engancharse a toda esa vorágine artística. Y un buen día decidió coger a un puñado de esas bandas y llevarlas a su pueblo de la Bretaña francesa para montar una especie de festival. En teoría, una idea muy romántica. En la práctica, un experimento con dinamita. Mete a un montón de veinteañeros escoceses locos y ebrios en un ferry para cruzar el Canal de la Mancha y reza a ver qué pasa. La cosa es que el festival se celebró, reuniendo a bandas como The Delgados, Arab Strap, Mogwai, Bis, The Karelia, Magoo o The Johnny 7. Y casi veinte años después alguien tiene otra idea casi igual de buena o mejor: la de juntar a unos cuantos de los protagonistas de aquella aventura y hacerlos regresar al lugar de los hechos. Más viejos, pero probablemente más sabios (como dice el documental en su introducción), Stewart Henderson, Emma Pollock y Paul Savage (The Delgados), Alex Kapranos (The Karelia y Franz Ferdinand), Stuart Braithwaite (Mogwai) y el increíble guitarrista RM Hubbert regresan al pequeño pueblo de Mauron, todos ellos unidos por la conexión inevitable de Chemikal Underground Records, el sello discográfico que The Delgados lanzaron en 1994 como fundación de apoyo a todos esos amigos que tenían talento y querían enseñárselo al mundo.

Entre conversaciones fraternales, reflexiones personales, imágenes de archivo de aquellos salvajes conciertos de 1997 y pequeños recitales de reencuentro, el documental (dirigido con mucho gusto por el irlandés Niall McCann) nos muestra un bonito retrato de la ciudad de Glasgow y su idiosincrasia, así como del lado oculto de la industria musical: el de los pequeños sellos discográficos locales, el de los valientes emprendedores que apuestan por el riesgo por las meras ganas de expresarse y de crear. Y así, gracias a la valentía de unos cuantos y a la colaboración de todos, la música va llegando más y más allá, de boca en boca, de mano en mano, para que todos sepamos (como ahora ya sabemos) que hay bandas que merecen una oportunidad.

Lost in France” (2017) está plagado de imágenes curiosas, material de archivo sacado de no se sabe dónde que nos recuerda otros tiempos, otros ámbitos, los primeros festivales, el desbarre de la juventud, la lluvia incesante de bandas que descubrías cada día a base de investigar en el subsuelo. Y también es genial ver cómo esos músicos han madurado y (quizá) sentado las cabezas, en un juicio profundo sobre un pasado que no es solo algo finito, sino un episodio más del presente. Y claro, emociona ver cómo esos músicos se ponen de nuevo sobre las tablas en un pequeño pub bretón perdido en la nada, para cantar con otra perspectiva más sutil y otras voces la historia que ellos mismos forjaron. Así lo hacen Stuart Braithwaite interpretando “Cody”, Emma Pollock tocando “Can´t Keep a Secret”, Alex Kapranos recuperando “Jacqueline”, o casi todos juntos rescatando el tremendo himno generacional punk “Owl in The Tree” de Trout. El propio Stuart declaraba en su día que no se trataba solo de un documental sobre música, sino sobre la amistad y la nostalgia, la pertenencia a una comunidad y la admiración por el trabajo de los demás. Casi sin pretenderlo, estos tipos nos han aportado una enseñanza rotunda y universal. Una lección digna de ser aplicada en el día a día y en todos los aspectos de nuestras vidas.

08 octubre 2022

REPORTAJES

DAVE GROHL “The Storyteller. Historias de vida y música”

Una vida de película


¿Que Dave Grohl ha escrito un libro? Agárrate que vienen curvas. Esto puede ser algo mítico, un hito, una chifladura sin parangón. Cosas así pensaba yo el día que me topé con “The Storyteller. Historias de vida y música” en una librería; tardé un segundo y medio en meterlo en la cesta de deseos. No me hizo falta hojearlo, ni leer la sinopsis ni ver la contraportada. A Dave me lo llevo a casa sí o sí. 

Y de hecho, las memorias del señor Grohl no me han decepcionado. Es más, las memorias del señor Grohl son un regalo que todo buen aficionado a la música debería atesorar. Y no me refiero solo a los fans de Nirvana o de Foo Fighters, ni siquiera a los rockeros del mundo en general, me estoy refiriendo a todo melómano que se precie, con un mínimo de sensibilidad y respeto por la literatura. Porque de todos los buenos músicos aprendemos algo cuando escuchamos sus creaciones o los vemos sobre las tablas; pero no hay tantos músicos que tengan un poder inspirador y educativo más allá de su oficio. ¿O sí? El caso es que leer al señor Grohl ha sido todo un placer, una suerte de terapia emocional intensa y liberadora. Y algo en mi fuero interno me decía que iba a ser así, pues ya había indicios de que este tipo era capaz de sentir y transmitir como nadie el poder curativo de la música. También intuíamos sus buenas dotes como divulgador, adivinadas en diversos trabajos documentales. Y si a todo eso le añades una gran inteligencia emocional y un vibrante sentido del humor, el resultado no puede ser más que una obra maestra, un magnífico y generoso retrato de una vida auténticamente de película. 

Y es que su historia no deja de ser un típico cuento de hadas: bicho raro de barrio obrero que descubre el rock y se lanza al sueño de alcanzar el trono de sus mitos. Y no solo lo alcanza, sino que en muchas ocasiones lo supera. A veces gracias al esfuerzo, al sacrificio y la tozudez, otras veces gracias a la más inesperada de las fortunas. Porque, en efecto, ¿es posible llegar más lejos? Cuando ya has vendido millones de discos, tocado para millones de personas en todos los lugares del mundo, ganado tantos premios, colaborado con tantas glorias e incluso te has paseado por la Casa Blanca, el Capitolio o el Salón de la Fama del Rock & Roll, ¿qué más te queda por hacer? ¿Escribir un libro quizá? El caso es que, si nos atenemos a la historia que él mismo cuenta, el señor Grohl no está ahí gratis. Creyó lo suyo, peleó lo suyo, con una cabezonería absolutamente vocacional. Se repuso admirablemente a los reveses de una vida que iba de cero a cien (y viceversa) en cuestión de minutos. Encontró un camino más o menos cómodo y satisfactorio después de algún que otro traspiés. Pero también podemos decir que ha sido un tipo con suerte: la suerte de verte tocando por casualidad con tu grupo fetiche (Scream), de estar en la banda correcta en el momento adecuado (Nirvana) o de cruzarte a la vuelta de la esquina con leyendas que te dan el empujón hacia delante cuando más lo necesitas. 

Y sin embargo, no hay ni pizca de arrogancia o soberbia en sus palabras. Todo lo contrario: son las palabras de un hombre sencillo y básico, que no duda en reírse de sí mismo y en dar las gracias a todos los que lo acompañan en su largo viaje. Es la historia del hijo que valora el amor y el sacrificio de una madre, del padre que deja todo atrás por sus hijas, del amigo que no cesa de serlo pese al tiempo y la pérdida, del compañero que comparte su rol de líder, del ídolo que se juega el tipo para contentar a sus fans, del fan que glorifica y respeta a sus propios ídolos. También es la historia de un hombre con perspectiva, capaz de moverse en todos los escenarios (no solo artísticos, también políticos o sociales) como pez en el agua, un hombre que nos enseña que los héroes a veces también son de carne y hueso. Una auténtica persona más allá del personaje. Un auténtico señor. 

HABÍA CIERTAS COSAS EN MI VIDA EN LAS QUE CONFIABA INCONDICIONALMENTE Y LAS QUE TENÍA UNA FE INQUEBRANTABLE: EL AMOR DE MI MADRE, MI AMOR POR ELLA Y EL AMOR QUE ME LLENABA EL CORAZÓN CON LA MÚSICA”. 

PORQUE ME SIGO PASEANDO POR ESTA VIDA COMO UN NIÑO EN UN MUSEO, RODEADO DE OBRAS DE ARTE QUE LLEVO TODA LA VIDA ESTUDIANDO. Y CUANDO POR FIN ME ENCUENTRO CARA A CARA CON ALGUIEN QUE ME HA INSPIRADO POR EL CAMINO, ME SIENTO AGRADECIDO. PROFUNDAMENTE AGRADECIDO”.