15 octubre 2022

REPORTAJES

LOST IN FRANCE

Más viejos pero más sabios

Para nosotros, los amantes de lo underground, de la música que rula fuera de los circuitos habituales, la ciudad de Glasgow siempre ha sido un punto referente en el mapa. Al igual que Los Ángeles en los 60, Londres en los 70, Manchester en los 80 o Seattle en los primeros 90, Glasgow ha sido la cuna de muchos de los grupos que nos maduraron el gusto en nuestra juventud y nos mostraron cuál era el camino que queríamos seguir. Bandas como The Jesus & Mary Chain, The Vaselines o Primal Scream fueron los primeros en tirar de ese carro de creatividad instigada por la desindustrialización y por el declive económico y social que asoló la ciudad en tiempos de la Thatcher. Recogiendo su testigo, muchas otras bandas emergieron a partir de los 90, saliendo como setas de los sótanos, de los garajes, de los garitos de Sauchiehall Street. Teenage Fanclub, The Pastels, Arab Strap, Mogwai, The Delgados, Bis, Belle and Sebastian, Camera Obscura, Magoo, Travis, Franz Ferdinand, The Phantom Band, Sons and Daughters, todos ellos pueden presumir de formar parte de la historia de una ciudad que vive por y para la música. Una imagen se me quedó grabada a fuego en mi única visita: George Square a las cuatro de la tarde, desierta bajo una lluvia torrencial, mientras una pantalla gigante en medio de la plaza emitía a todo trapo un concierto de Editors.

Pues bien, hubo un tipo llamado David Sosson que durante su época de estudios en Glasgow tuvo el gusto de engancharse a toda esa vorágine artística. Y un buen día decidió coger a un puñado de esas bandas y llevarlas a su pueblo de la Bretaña francesa para montar una especie de festival. En teoría, una idea muy romántica. En la práctica, un experimento con dinamita. Mete a un montón de veinteañeros escoceses locos y ebrios en un ferry para cruzar el Canal de la Mancha y reza a ver qué pasa. La cosa es que el festival se celebró, reuniendo a bandas como The Delgados, Arab Strap, Mogwai, Bis, The Karelia, Magoo o The Johnny 7. Y casi veinte años después alguien tiene otra idea casi igual de buena o mejor: la de juntar a unos cuantos de los protagonistas de aquella aventura y hacerlos regresar al lugar de los hechos. Más viejos, pero probablemente más sabios (como dice el documental en su introducción), Stewart Henderson, Emma Pollock y Paul Savage (The Delgados), Alex Kapranos (The Karelia y Franz Ferdinand), Stuart Braithwaite (Mogwai) y el increíble guitarrista RM Hubbert regresan al pequeño pueblo de Mauron, todos ellos unidos por la conexión inevitable de Chemikal Underground Records, el sello discográfico que The Delgados lanzaron en 1994 como fundación de apoyo a todos esos amigos que tenían talento y querían enseñárselo al mundo.

Entre conversaciones fraternales, reflexiones personales, imágenes de archivo de aquellos salvajes conciertos de 1997 y pequeños recitales de reencuentro, el documental (dirigido con mucho gusto por el irlandés Niall McCann) nos muestra un bonito retrato de la ciudad de Glasgow y su idiosincrasia, así como del lado oculto de la industria musical: el de los pequeños sellos discográficos locales, el de los valientes emprendedores que apuestan por el riesgo por las meras ganas de expresarse y de crear. Y así, gracias a la valentía de unos cuantos y a la colaboración de todos, la música va llegando más y más allá, de boca en boca, de mano en mano, para que todos sepamos (como ahora ya sabemos) que hay bandas que merecen una oportunidad.

Lost in France” (2017) está plagado de imágenes curiosas, material de archivo sacado de no se sabe dónde que nos recuerda otros tiempos, otros ámbitos, los primeros festivales, el desbarre de la juventud, la lluvia incesante de bandas que descubrías cada día a base de investigar en el subsuelo. Y también es genial ver cómo esos músicos han madurado y (quizá) sentado las cabezas, en un juicio profundo sobre un pasado que no es solo algo finito, sino un episodio más del presente. Y claro, emociona ver cómo esos músicos se ponen de nuevo sobre las tablas en un pequeño pub bretón perdido en la nada, para cantar con otra perspectiva más sutil y otras voces la historia que ellos mismos forjaron. Así lo hacen Stuart Braithwaite interpretando “Cody”, Emma Pollock tocando “Can´t Keep a Secret”, Alex Kapranos recuperando “Jacqueline”, o casi todos juntos rescatando el tremendo himno generacional punk “Owl in The Tree” de Trout. El propio Stuart declaraba en su día que no se trataba solo de un documental sobre música, sino sobre la amistad y la nostalgia, la pertenencia a una comunidad y la admiración por el trabajo de los demás. Casi sin pretenderlo, estos tipos nos han aportado una enseñanza rotunda y universal. Una lección digna de ser aplicada en el día a día y en todos los aspectos de nuestras vidas.

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