Lisboa. Paseo Marítimo de
Algés. 10 y 11 de julio 2015.
Lanzarse a descubrir festivales más
allá de nuestras fronteras es deporte de riesgo a estas alturas de la película,
cuando los macrofestivales dejaron de ser una tradición incentivada, cuando has
perdido el hilo de las modas o has escuchado demasiado como para permitirte el
caprichoso lujo de cribar sin piedad. Pero siempre queda ese pequeño poso, esas
ganas de volver a ser joven (de carné, que no de espíritu), de dejar las
exigencias a un lado y volver a formar parte de la corriente. No siempre es
fácil. A veces la corriente te lleva pero otras veces te ahoga. Cuando la
mayoría de la programación te es indiferente existe tiempo para valoraciones y
reflexiones alternativas, para tomártelo con calma, para seleccionar o
simplemente descansar, o asomarte a echar un vistazo a esa banda de la que no
sabes nada y que puede horrorizarte o sorprenderte gratamente. Y eso es lo que
ha sido este NOS Alive lisboeta, o más bien dos tercios de él (solo
asistimos viernes y sábado): un experimento a la par que un recordatorio de
otros tiempos, tiempos de FIBs y Primaveras, tiempos de bullicio y
masificación, de carpas rebosantes de fans agradecidos, tiempos de constantes
consultas al timetable y al reloj. Conciertos buenos, conciertos malos, conciertos neutros. ¿Y
qué hemos aprendido? ¿Qué conclusiones y vivencias nos traemos de la hermosa y
bohemia Lisboa? Pues más o menos las siguientes.
-
Que los
portugueses saben organizar festivales, pese al ocasional caos de tránsito
dentro del recinto.
-
Que en
este festival existe una desproporción desmesurada de dimensiones entre el
escenario principal y el resto de carpas.
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Que se
puede tener una banda de rock sin batería siempre que haya pies que sepan
manejar pedales, como demostraron el espléndido Daniel Kemish y su
contrabajista.
-
Que los
presuntamente desconocidos y bastante interesantes Bear´s Den tienen un
fiel ejército de seguidores (y ellos ni siquiera lo sabían).
-
Que las
impecables grabaciones de Cold Specks se convierten en algo frío y
descolorido en vivo.
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Que Becca
Macintyre, vocalista de Marmozets, es una bestia parda sobre el
escenario.
-
Que la
leyenda sobre el gran directo de Mumford & Sons es verdadera, aunque
exista un abismo cualitativo entre las canciones de sus primeros discos y las
planas composiciones del último. La diferencia es tan simple como un banjo.
-
Que Samuel
T. Herring, vocalista de Future Islands, está para que lo encierren.
-
Que no
entiendo a James Blake: ni su música ni las pasiones que despierta.
-
Que
tampoco entiendo a Roísín Murphy y su absurdo carnaval.
-
Que el
directo-karaoke de Sleaford Mods es una tomadura de pelo, por mucho que
evoquen a The Fall.
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Que hay
magníficas bandas portuguesas emergentes, como Los Waves, Tape Junk,
Pista o Cave Story.
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Que Dead
Combo son símbolo en su país con razón: el look, el atrezzo y esa
mezcla de blues y tradición destilan carisma por los cuatro costados.
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Que The
Jesus & Mary Chain están en una excelente forma. “Psycocandy” (85)
es un regalo para nostálgicos, pero rubricarlo con “Head On”, “Some
Candy Talking” y “Reverence” es de traca.
-
Que Mogwai
son y seguirán siendo gigantes. Tan, tan gigantes que una carpa semi-cerrada
enjaula injustamente su estratosférica enormidad.
-
Que Disclosure
y Flight Facilities son aptos para la fiesta, en una concepción de la
electrónica que va más allá de platos y DJ.
Imágenes,
por orden: Daniel Kemish, Bear´s Den, Dead Combo, Mogwai, The Jesus & Mary Chain.
A Ana y Nerea: gracias por las
fotos.
www.nosalive.com/es/