DISCOS
SONIC YOUTH. The Eternal.
Electricidad en vena.
Intocables e inagotables. Cada nuevo disco que sacan es otra vomitona de elogios y la enésima comprobación de la teoría. “The Eternal” (2009) no es menos. Otro trabajo megalítico, hecho desde las entrañas y (al menos es lo que parece) casi sin esfuerzo. ¿Hay algún mal disco de Sonic Youth?. Hagamos memoria, hmmmm: no. Puede haberlos más o menos densos, más o menos duros, pero malo, lo que se dice malo… Ésa es una palabra que borraron hace años del diccionario. Y sin necesidad de hacer nada extravagante o novedoso vuelven a ponerse la corona. Y a dejar en ridículo a los demás. Asombroso derroche de abundancia. Muchas voces se empeñan en decir que ahora son más accesibles, más directos, más pop. Mentira, todo mentira. Declarar a Sonic Youth de interés general es un sacrilegio. Ellos siempre han sido el reverso de la moneda del rock, y ya es tarde para dar la vuelta a la tortilla. Sí es verdad que este álbum, como los anteriores “Sonic Nurse” (2004) y “Rather Ripped” (2006), ahorra retorcimientos innecesarios, pero las orgías de ruido y los riffs fugitivos siguen siendo la base de una estructura indemne y sin fisuras. ¿Y esa presunta nueva afición a las melodías?. Carajo, siempre las hubo. ¿O es que teníais los oídos llenos de cerumen?.
“The Eternal” son 54 intensos minutos de electricidad intravenosa y los comienzos vaporosos de “Malibu Gas Station” y “Massage the History” son solo espejismos de una calma chicha inexistente. Aquí hay bofetadas y fuego a discreción, bolas de energía lanzadas cuesta abajo, arpegios suicidas y en general, un banquete guitarril tela de goloso, con el protagonismo vocal compartido y rotatorio, como de costumbre. Kim 7, Thurston 6, Lee 2. La proporción se mantiene. Para no variar Lee se queda la mejor, la setentera “Walkin Blue”, que se pone a la cabeza en el ranking de canción del año junto a “Black Hearted Love” de Harvey & Parish. La perfección supera a la perfección, luego la perfección en su caso no existe. “Antenna”, “Poison Arrow”, “Malibu Gas Station”, “No Way” y “Massage the History” también alcanzan niveles estratosféricos, construidas sin artificios, echando mano de archivo en una superposición de viejos efectos y sonidos natos. Así, “The Eternal” es el presente de los neoyorquinos, pero encaja en su pasado como el pie en un zapato de su talla. ¿Y el futuro?. Uff, aventurar su futuro produce mareos.
www.sonicyouth.com
Electricidad en vena.
Intocables e inagotables. Cada nuevo disco que sacan es otra vomitona de elogios y la enésima comprobación de la teoría. “The Eternal” (2009) no es menos. Otro trabajo megalítico, hecho desde las entrañas y (al menos es lo que parece) casi sin esfuerzo. ¿Hay algún mal disco de Sonic Youth?. Hagamos memoria, hmmmm: no. Puede haberlos más o menos densos, más o menos duros, pero malo, lo que se dice malo… Ésa es una palabra que borraron hace años del diccionario. Y sin necesidad de hacer nada extravagante o novedoso vuelven a ponerse la corona. Y a dejar en ridículo a los demás. Asombroso derroche de abundancia. Muchas voces se empeñan en decir que ahora son más accesibles, más directos, más pop. Mentira, todo mentira. Declarar a Sonic Youth de interés general es un sacrilegio. Ellos siempre han sido el reverso de la moneda del rock, y ya es tarde para dar la vuelta a la tortilla. Sí es verdad que este álbum, como los anteriores “Sonic Nurse” (2004) y “Rather Ripped” (2006), ahorra retorcimientos innecesarios, pero las orgías de ruido y los riffs fugitivos siguen siendo la base de una estructura indemne y sin fisuras. ¿Y esa presunta nueva afición a las melodías?. Carajo, siempre las hubo. ¿O es que teníais los oídos llenos de cerumen?.
“The Eternal” son 54 intensos minutos de electricidad intravenosa y los comienzos vaporosos de “Malibu Gas Station” y “Massage the History” son solo espejismos de una calma chicha inexistente. Aquí hay bofetadas y fuego a discreción, bolas de energía lanzadas cuesta abajo, arpegios suicidas y en general, un banquete guitarril tela de goloso, con el protagonismo vocal compartido y rotatorio, como de costumbre. Kim 7, Thurston 6, Lee 2. La proporción se mantiene. Para no variar Lee se queda la mejor, la setentera “Walkin Blue”, que se pone a la cabeza en el ranking de canción del año junto a “Black Hearted Love” de Harvey & Parish. La perfección supera a la perfección, luego la perfección en su caso no existe. “Antenna”, “Poison Arrow”, “Malibu Gas Station”, “No Way” y “Massage the History” también alcanzan niveles estratosféricos, construidas sin artificios, echando mano de archivo en una superposición de viejos efectos y sonidos natos. Así, “The Eternal” es el presente de los neoyorquinos, pero encaja en su pasado como el pie en un zapato de su talla. ¿Y el futuro?. Uff, aventurar su futuro produce mareos.
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