11 junio 2009

REPORTAJES

YO LA TENGO LO TIENEN TODO.

Homenaje a la banda definitiva del rock.

Señoras y señores, con ustedes YO LA TENGO. Sí, maldita sea, ya era hora de colgarles un homenaje al margen de actualidades pseudo periodísticas, de pasearlos a hombros. Su enésima exhibición en Barcelona ha sido el detonante para saldar esta deuda histórica, un post con fuegos artificiales en este blog. Digámoslo bien alto: Yo la Tengo son los emisarios del rock´n´roll universal y la banda definitiva del rock americano. Lo tienen todo: originalidad, incorruptibilidad, amplitud de horizontes y una vastísima cultura musical. Virtuosismo e improvisación, alma y sentido del humor, nobles compromisos y una profesionalidad que se confunde con el puro hobbie. Así, Yo la Tengo son únicos pero podrían ser cualquier cosa: Creedence Clearwater Revival, The Byrds, la Magic Band de Captain Beefheart, MC5, The Velvet Underground, los Ramones, The Miles Davis Trio o la orquesta de las fiestas del barrio San Antón. Tiene guasa decir todo esto cuando están a punto de cumplir 25 añitos de nada. Sí, bodas de plata artísticas de las que hemos vivido en presente simple algo más de la mitad, el resto en pretérito imperfecto. Yo la Tengo son la actualidad (en forma, omnipresentes, en estado de gracia perpetuo) pero a la vez la historia. Esa historia que han ido sembrando disco a disco desde su primera referencia en 1986 con “Ride the Tiger”, creando y recreando, rebuscando en los gigantescos baúles de la música de todos los tiempos y sacando a la luz las mejores reliquias, desempolvadas y lustradas. Porque ellos son a la vez prestamistas y prestatarios: un nexo de unión entre el ayer y el hoy, y un anzuelo implacable para pescar con éxito en las aguas del futuro.

Los Yo la Tengo prestatarios irrumpían desde muy temprano, en discos como el seminal “Ride the Tiger” (86), “Fakebook” (90) o “Genius+Love=Yo la Tengo” (96), plagados de brillantes versiones que eran como catálogos de “lo que hay que escuchar porque sí” o “los mejores clásicos del rock”. Quien no haya abrazado en su vida gracias de ellos a Wire (“Too Late”), Daniel Johnston (“Speeding Motorcycle”), Love (“A House Is Not a Motel”), The Kinks (“Oklahoma, U.S.A.”), The Flamin´ Groovies (“You Tore Me Down”), John Cale y Lou Reed (“Andalucia”, “I´m Set Free”), Cat Stevens (“Here Comes My Baby”), Jackson Browne (“Somebody´s Baby”), The Beach Boys (“Little Honda”) o Sun Ra (“Nuclear War”), que tire la primera piedra. Ese buen gusto por las covers se mantiene como un rito, saliendo a puñados de las altruistas maratones para la emisora americana WFMU y empaquetadas en tesoros ocultos como “Yo la Tengo Is Murdering the Classics” (2006). Los Yo la Tengo prestamistas son una central nuclear de melodías perfectas, subyugantes desarrollos, distorsiones y ritmos cuaternarios. Tan capaces de taladrar una idea en holocaustos sonoros de muchos minutos como de ir al grano en preciosas pastorales folk-rock. Tan capaces de ponerle al plato principal una guarnición de bossa-nova, jazz o ritmos tropicales como de dejar correr toda la sangre punk que llevan en las venas. De su amplio inventario sería pecado no citar la trilogía mágica de los noventa, con el gran (grande, grande en todos los sentidos) James McNew asentado ya como tercer vértice del triángulo equilátero: “Painful” (93), “Electr-O-Pura” (95) y “I Can Hear the Heart Beating As One” (97). Muchos de sus himnos de leyenda están contenidos en esos discos: “Big Day Coming”, “From a Motel 6”, “Decora”, “Tom Courtenay”, “Stockholm Syndrome”, “Autumn Sweater” o “Sugarcube”, amén de las monofásicas y monumentales “I Heard You Looking” y “Blue Line Swinger”. Todas son añosas pero forman parte del ahora: han sonado cien, tres mil o un millón de veces (en sus conciertos son santo y seña) pero siguen sabiendo como un bollito recién hecho.





Sin embargo, y aunque sus clásicos seguirán siendo los mismos por los siglos de los siglos, ninguno de sus centenares de temas tiene desperdicio. Rebusquemos un poco y veamos qué más cosas son capaces de hacer: tejer tupidas nebulosas, escupir moles de krautrock, pintar relajantes bandas sonoras. ¿Quién dijo límites?. Y lo más curioso de todo es que todo es diferente pero todo es Yo la Tengo. He aquí un muestrario de gemas semi-escondidas, rozando la perfección: “Barnaby, Hardly Working”, “The Summer”, “Sudden Organ”, “Flying Lesson (Hot Chicken #1)”, “Fog Over Frisco”, “Walking Away from You”, “Evanescent Psychic Pez Drop”, “Moby Octopad”, “Deeper Into Movies”, “Saturday”, “Tiny Birds”, “Shaker”, “Daphnia”, “The Room Got Heavy”, “The Race Is On Again”. Ahí queda éso.

Dejemos a un lado el sota, caballo y rey. Hablemos de aspectos extraordinarios, lo que los convierte en definitivos. A Yo la Tengo se les ha visto hacer de todo en sus discos, pero también sobre los escenarios. En España son el clásico entre clásicos, reverenciados y superqueridos. Y no solo por su nombre, primera bromita en los albores, anunciación de su ingenio y simpatía. A propósito del nombre, hay muchas anécdotas privadas que contar. Transcribamos algunas.

Anécdota 1: Repetición hasta el aburrimiento.
YO: “Me voy de concierto, a ver a Yo la Tengo”.
EL OTRO: “Esos son españoles, ¿no?”.

Anécdota 2: Encuentro con un listo.
YO: “Me voy de concierto, a ver a Yo la Tengo”.
EL LISTO: “No hace falta que lo traduzcas; los demás no somos indies pero también sabemos inglés”.

Anécdota 3: Tópico toledano.
YO: “Me voy de concierto, a ver a Yo la Tengo”.
JORGE: “Bueno, aquí en Toledo se llamarían Yo Le Tengo”.

Y así unas cuantas. Lo de “me voy a ver a Yo la Tengo” es ya común (mi querido hermano respondería estupefacto: ¿otra veeeeez?). Pues sí, otra vez, y otra, y las que hagan falta. Porque en sus conciertos uno no sabe lo que se va a encontrar y en directo es justamente donde afloran sus más encantadoras virguerías. Por ejemplo, son de las pocas bandas que a día de hoy se atreven a tocar más de dos horas y marcarse bises, trises y cuatrises. También son de las pocas bandas que pueden sostener un tema en escena durante veinte minutos sin aburrir ni incomodar. También se les ha visto solicitar peticiones a la audiencia y atenderlas sin pestañear; recuérdese lo que hicieron con “You Can Have It All” en su última visita a La Riviera madrileña. Y a propósito de esta canción (otra versión, cómo no), con ella han protagonizado en vivo algunos de sus momentos más desternillantes, y si no compruébese en el siguiente enlace, actuación estelar en el Fuji Rock Festival de 2000. Para partirse el culo.

http://www.youtube.com/watch?v=aWr6Ep8N3OU

Y si de echar unas risas y perder la vergüenza se trata, véanse sus dos videos más estupendos (“Tom Courtenay” y “Sugarcube”) con sus tremendas andanzas como grupo invitado de los Beatles y alumnos de la escuela del rock.


http://www.youtube.com/watch?v=ZtBDlNEME48


http://www.youtube.com/watch?v=zDgpQBaziy0


Y es que Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew, aparte de ser insultantemente intocables como músicos, representan el karma del rock, el anti-esnobismo y la accesibilidad. Totalmente despreocupados por adaptarse a las estúpidas modas, han conseguido ser ellos mismos la moda. Y así, cada encuentro es como una instantánea tomada en la penúltima reunión. Los miras y piensas: “han pasado otros tres años y siempre igual”, “esa camiseta ya se la vi a Ira hace tiempo”, “Georgia no ha cambiado de corte de pelo”, “James lleva las mismas gafas”, “pero qué ricos son”. Y la sensación es de que el tiempo no pasa, de que se detuvo y no arrancó, y empiezas a creer en el jodido mito de la eterna juventud. Eso ocurrió en el pasado Primavera Sound: aparecen en escena y es como el reencuentro con un pariente al que hace tiempo que no ves pero al que nunca olvidas.

Y es que la admiración va algo más allá de la música y la parcialidad es inevitable. Porque otra de las cosas que se les ve hacer en sus giras es la de acercarse a la gente de a pie, autogestionarse, intercambiar opiniones y dejar regalos en forma de rúbrica, foto o sonrisa amable. Por eso son tan entrañables: porque de repente bajan del pedestal y te los encuentras codo con codo, y te inmortalizas junto a ellos en una foto de familia (a la que hace tiempo que no ves pero nunca olvidas). Incluso mientras echa una firma, el gran, grandísimo James te mira a la cara y te dice: “Oye, me gustan tus gafas”. Y yo me hincho como un globo, porque el tío de gafas debe entender un rato.

En fin, el próximo 8 de septiembre es el gran día, fecha anunciada de publicación para “Popular Songs”, su esperadísimo nuevo álbum. “Periodically Double or Triple”, avance que ya se puede oir en su web y que también se pudo saborear en Barcelona, anuncia otra colección de chuparse los dedos. Y aunque finalmente no lo sea, cosa dudosísima, ninguna criatura viva está en su derecho de toserles. Con un poco de suerte volverán pronto a nuestro país y allí acamparemos, contra viento y marea. OTRA VEZ. El que no pueda esperar que vuele a Nueva York en julio; allí actuarán como teloneros (sí, no estoy borracha, ¡¡teloneros!!) de Wilco.

www.yolatengo.com

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