REPORTAJES
MENOMENA: VÉRTIGO CREATIVO.
Portland canta bingo.
31 de mayo de 2008. Barcelona. Primavera Sound. Escenario CD Drome. Menomena. Dos o tres canciones; huida lastimosa por culpa de Deerhunter. La mecha prendió; el fuego surgió después, en otro momento y en otra parte. De la experiencia quedó la siguiente impresión: “Arriesgados y exorcizantes, una apuesta veloz y única, se mueven en las ciénagas del post-rock y el kraut como pez en el agua, y son capaces de darse miedo hasta a sí mismos. Hay que dedicarles tiempo en un futuro”. Pues bien, los deberes están hechos y las promesas cumplidas.
Menomena son tres jóvenes músicos multiinstrumentistas de Portland, Oregón. Su música es difícil de catalogar o emparentar. Como efecto secundario del consumismo musical brutal y compulsivo, del enriquecimiento constante se llega a la saturación neuronal y auditiva, que dificulta la visión global, que impide establecer conexiones inmediatas y conscientes. Así pues, dolencia en su máximo rango, vale la renuncia de comparar a Menomena con otros fenómenos de su raza. De lo que no hay duda es de que esta música, esta jodida música excitante y volumétrica, bebe de todas las fuentes que se activan en su camino. Del krautrock, ¿por qué no?. Del jazz, claro que sí. Del techno, a veces. Aunque en definitiva es simplemente rock. En sus composiciones hay algo matemático, algo azaroso; algo mecánico, algo libérrimo. Son como un generador de canciones para nada estandarizadas, más bien atípicas, reñidas con la secuencia canónica estrofa-estribillo-estrofa-estribillo-variación instrumental-estribillo. Son canciones que fluyen a su libre albedrío, pero ojo, sin perder jamás de los jamases su hilo argumental. Los elementos con los que juegan no tienen nada de extraterrestre, aunque sus grabaciones de estudio se basen en una herramienta desconocida y quizá muy divertida llamada Deeler (Digital Looping Recorder). Repito, los elementos no son la novedad: pulidas guitarras, bajos henchidos, ritmos desordenados, románticas melodías de piano y apuntes de saxo, básicamente. La autenticidad radica en la forma de utilizarlos, de combinar, acompañar, suceder y superponer esos elementos. El resultado causa una admiración extraterrena, un morbo intenso, un escalofrío de satisfacción.
Empecemos como empezamos, es decir, por el final. “Friend and Foe” (2007), es su último largo en circulación y el primero en traspasar las cáusticas fronteras yanquis. Con él consiguen su cuadro perfecto, el más accesible o el más interpretable. Un disco mayúsculo: melodías superiores, exhibiciones instrumentales, letras enigmáticas y títulos tan extraños como “El Pelícano”, “Barco Fantasma”, “Infierno Podrido” o “Abeja Malvada”. Un álbum que va creciendo en cada corte, perforando el cerebro. Cada una es mejor que la anterior hasta llegar al finiquito, la asombrosa “West”, que raya el nivel de Premio Nóbel convirtiéndose en una pieza de museo difícilmente superable. Soberbio y absorbente disco, que no engrosó lo mejor del 2007 en este blog por conocimiento a destiempo (y en la Rock de Lux por vete tú a saber qué). Anteriormente a él está el curioso “Under an Hour” (2005); una obra de tres instrumentales de dieciocho minutos bajo los temáticos nombres de “Agua”, “Harina” y “Luz”, trabajada como música de acompañamiento del grupo de danza y performance Master Squad. Cercano al rock solo en momentos puntuales, es más una pseudo-banda sonora, un relajante flujo de ideas entre la pasión de Michael Nyman y la sutileza de Yann Tiersen. Ejemplo máximo de su potencial creativo.
Siguiendo marcha atrás cronológicamente, “I Am the Fun Blame Monster” (2004) conforma su debú discográfico, un estreno con valor de carta de pago de todas sus dotes y virtudes. El vigor de “Cough Coughing”, la onírica “Oahu”, la sentimental “Rose” y el cruce de estilos de “The Monkey´s Back” (de Herbie Hancock a Soundgarden en un pestañeo) no dejan indiferente. Para los coleccionistas enfermizos y muy fans, aún hay más material: “Happiness is Shouting Bingo!” (2002) recoge extraoficialmente esqueletos, demos, grabaciones en directo y demás suerte de rarezas. Entre ello se cuenta el primer ensayo de “Rose”, tomas radiofónicas de unas “Cough Coughing” o “Twenty Cell Revolt” aún por pulir, y una incursión en el soul de la mano de la teatral “Sister Social Theme”.
Para rematar la faena es bueno ver a Menomena gastárselas en directo. Las pésimas condiciones en aquel escenario del Forum no les hicieron justicia, pero el Paradiso de Amsterdam es otra cosa, como se puede disfrutar en esa web bendita que es www.fabchannel.com. Verlos en funcionamiento, como una estructura piramidal, es todo un espectáculo. La ejecución aparentemente deslavazada arroja un sonido pulcro y obediente. Brent Knopf pulula entre xilofón, pedales y teclados, con la guitarra perpetuamente colgada al hombro. Justin Harris alterna bajo, guitarra y saxofón con parsimonia. Danny Seim se retuerce como un simio enjaulado sobre la batería. El protagonismo es triple y compartido, rotacional en las voces. Solo tres personas tocando instrumentos, a la antigua usanza, sin maquinaria de apoyo. ¿Es o no es un poco jazz?.
Para concluir, una noticia y una recomendación. La noticia es que anuncian nuevo disco en 2009, un disco que ya se espera con impaciencia y suprema devoción. La recomendación lleva a fijar la vista en los diseños de su myspace y web oficial; una forma inmejorable de sumergirse en el vértigo de una banda liberal, singular, solo para adultos.
www.menomena.com
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