Que no, que no me he ido. Aquí seguimos, en silencio y
discreción. Es el resultado de dejarse llevar por la corriente, y la corriente a veces impone un stand by espontáneo y natural que hay
que aceptar sin remordimientos. En estos meses de ausencia material (que no
espiritual), la música ha seguido presente en un universo reconquistado por
otras artes (literatura, cine, pintura y artes gráficas amateur). Ser prolífico no significa ser mejor. Los blogs no salvarán
el mundo, lo dice la ley marcial de la obsolescencia. Y cuando no tienes nada
interesante que decir, lo mejor es callarse.
Pero como es una injusticia y una pena dejar a la deriva los
discos que sonaron durante el parón, he aquí una breve mención a todos ellos en
sucesivas entregas.
Sorprendente pero
elemental y necesaria la ocurrencia que ha tenido esta magnífica asociación.
Damien y Richard, mano a mano, protagonismo, elección, voz y crédito compartidos en un homenaje a las canciones de
otros. Tan difícil es construir una canción propia como llevar una ajena a tu
terreno. Y estos dos individuos hacen que parezca fácil, como un acto reflejo
repetido cada mañana. Ellos pueden con todo, siempre dentro de una acotación
temporal (años 60, años 70). Desde Chubby Chekker a John Denver, pasando por
Yes, Bill Fay y… (no, no es coña) hasta Kraftwerk. Resultado: un disco
emocionante y curioso que hace justicia a un Swift que merecía salir por un día
de detrás de las bambalinas. Y una buena noticia: lo de “volumen 1” ya anuncia
la continuación.
Avanzando hacia
lugares comunes del pop-rock, Jake se aleja de Buddy Holly. Quiere dejar de ser la deliciosa anomalía retro y
explorar nuevos y mejor retribuidos caminos. Resulta simpático en sus escarceos
con el hip hop (“Ain´t No Rhyme”) pero trivial en los empeños electro (“Gimme
The Love”) y de balada eurovisiva (“Love, Hope and Misery”). Las reliquias folk
(“The Love We´re Hoping For”), soul (“Never Wanna Dance”) y country-blues (“On
My Own”, “Put Out The Fire”, “Hold on You”) siguen marcando la auténtica
diferencia.
Confirmado: la cabeza de esta mujer es una mina. Implicada más
que nunca en la sociopolítica, este es un hermoso y crítico canto a la
justicia, que en su forma continúa con el método inventado para el espléndido
“Let England Shake” (2011). Estructuras líricas entrelazadas con explosiones
eléctricas, efectos sampleados y viejas fotos sonoras de western, gospel y
blues. Su ejército de caballeros sigue al pie del cañón (Mick Harvey, John
Parish, Flood, Jean-Marc Butty, qué grandes), con la añadidura de otros nombres
nobles, como Terry Edwards (ministro de abundantes y sugerentes metales) y
James Johnston (ministro de las teclas). ¿Y cuántas veces hemos visto a una
coral masculina secundando el protagonismo vocal de una dama? Sin duda Polly lo
vale.
Los que amamos al Nick Cave rotundo, rimbombante y con mala
hostia no estamos de enhorabuena para nada. Porque el tío Nick está en la etapa
más minimalista y quizá experimental de su carrera. Veo en Mondosonoro que este
ha sido elegido disco del 2016 y me quedo estupefacta. Está claro que la
tragedia vende, y quizá por eso este disco vende: porque está marcado por la
pérdida de un vástago. Por eso es lógico que “Skeleton Tree” sea una especie de
susurro funerario, importante en literatura pero irrelevante en armonía. Un
Nick Cave que declina cantar y opta por recitar, que prescinde de casi todos
los redobles y del violín de su amigo Warren. El Nick Cave más desértico jamás
conocido.
“Eyes on The Lines” podría y debería ser la obra de consagración
de este excelente compositor y guitarrista. No obstante, es su trabajo más
denso, elaborado y producido. Un artista que da un paso adelante y se atreve a
ser imperativo e importante, reivindicando su propiedad tras años de timidez y
de servicio a otros. Qué grande es Steve y qué grande es este disco. Un disco (que
podría co-firmar su amigo Kurt Vile sin problema) con vitola de reliquia, donde
siguen imperando esas guitarras prodigiosas, cada vez más psicodélicas. Canciones
tan inmensas como “Ancient Jules”, “Conditions Wild”, “Nature Driver” o “Ark”
ponen a este genio al alcance de todo aquel que quiera abrir los oídos y
capturar esencias olvidadas.
3 comentarios:
Coincido plenamente en lo que dices de Steve Gunn. Saludos.
de los q has puesto el q mas me gsuto jake bugg aun q es su obra peor. El de Gunn no me gusto nada al principio pero leugo si me gano Del resto pues no me fueron muy allá
Gracias amigos. Mil gracias por seguir ahí a pesar de todo este tiempo en silencio. Es una alegría saber de vosotros. Un fuerte abrazo. :-)
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