20 junio 2016

CONCIERTOS: MAD COOL FESTIVAL

Madrid. Caja Mágica. 16-17-18 junio de 2016.

Yo sobreviví al primer Mad Cool. Sí, sobreviví a la presunta deficiencia de los cimientos de la cubierta sobre el estanque, a la caótica inauguración del jueves, a los inventos peligrosos de chips electrónicos, a la huelga de metro, a informadores que carecen de información para informar, a carteles indicadores muy monos pero que no indican nada (¿to everything?) y a guardias de seguridad encelados tratando a los asistentes como reses. Sobrevivimos a un festival que mucho tiene que mejorar para perdurar en el tiempo. Hay infraestructura, espacio y potencial. Pero hace falta mucho más. Hace falta que los festivales los organice, o al menos colabore, gente que ha estado en muchos festivales. Los meramente empresarios solo ven billetes, y con los ojos llenos de billetes es muy difícil observar qué está pasando alrededor. Es difícil ver a la gente. Y al fin y al cabo estos negocios sobreviven gracias a la gente, ¿no?

Sí, en el aspecto organizativo los festivales dan para comentar de lo lindo. Podría incluso escribir un libro entero sobre el tema. Pero por mucho que sufras, que te cabrees, que maldigas, al final lo que prima por encima de todo es la música. Y después de ver a The Who y al tío Neil en más que aceptables condiciones ¿quién se acuerda de las colas? Pues eso.

TOM ODELL: Delicadeza elevada a la potencia. La propuesta del británico se transforma en vivo en un animal de dos cabezas. Su elegancia al piano de cola contrasta con el músculo de esas dos baterías que convierten sus a ratos ralos temas en pura fibra. Por su puesto, el momento álgido no pudo ser otro que “Another Love”. Aunque la verdaderamente apabullante fue “I Know”. Una auténtica sorpresa.




THE KILLS: Bestias de escenario. Es cierto que la minimalista propuesta de Alison Mosshart y Jamie Hince ha perdido la originalidad de los inicios y sus canciones ya no son tan buenas. Pero hay que reconocerles un verdadero mérito: que ambos son dos golems escénicos, el uno haciendo ruido, la otra regodeándose en él. Canciones como “No Wow” y “Kissy Kissy” nos recuerdan por qué nos interesaron tanto antaño. Y por cierto, el debate sigue abierto: ¿Alison mejor rubia o morena?

THE WHO: Leyendas vivas. Una vez dije que disfruto más viendo a leyendas vivas de la música que a noveles muertos. También he dicho muchas veces que debí nacer treinta años antes. Aunque claro, pensándolo bien, si hubiera nacido entonces no hubiera podido comprobar lo que afirma aquel sabio amigo mío: que la música hace tiempo que se acabó y lo que ahora vivimos son solo moviolas. Viendo a The Who pensé mucho en todo esto. Algo tiene que tener esta música para sobrevivir décadas con absoluta dignidad. Algo tendrá esta gente para seguir disfrutando en el escenario con setenta bien cumplidos. Porque Roger Daltrey y Pete Townsend siguen disfrutando, de eso no cabe duda. Los cuerpos no son los mismos (ni la voz de Daltrey, desde luego) pero las almas sí. Y algo tan bueno merece ser perpetuado. Sin concesiones ni respiros, batería de grandes éxitos acompañada de un espectáculo visual emocionante, efectivo y nostálgico (con homenaje a Keith Moon incluido). Los latigazos y los molinillos marca de fábrica tampoco faltaron. Porque The Who fueron una fábrica de clásicos fabulosa. Y poder vivir tan de cerca “Substitute”, “Who Are You”, “My Generation”, “I Can See for Miles”, “Behind Blue Eyes”, “Join Together”, “You Better You Bet”, “Sparks”, “Pinball Wizard”, “Baba O´Riley” o “Won´t Get Fooled Again” se antoja un auténtico privilegio en nuestros tiempos. Enorme.

DJANGO DJANGO: Pasados de revoluciones. Está claro que la misión de los escoceses en este planeta es divertir y hacer bailar al personal. Pero hay maneras y maneras. Con sobresaturación de bajos y volumen desmesurado, el artesanal e impoluto sonido de sus grabaciones se convierte en amasijo de reciclaje. Un crimen tratar así temas como “Hail Bop”, “Waveforms” o “Reflections” (por cierto, gran aplauso para los solos del esporádico saxofonista). Eso sí, ellos se lo pasan pipa. Y los que tienen orejas en vez de oídos también.


EDITORS: Cualquier tiempo pasado fue mejor. Es lo que ocurre con los hypes; después hay que sudar sangre para mantener el tipo. Tampoco apostábamos tantos discos ni que duraran más que un caramelo a la puerta de un colegio (de modernos). Pero ahí está la banda de Tom Smith, cada vez más plana pero más laureada en circuitos y festivales varios. Por suerte siguen teniendo un gran directo y Tom sigue hechizando con su histrionismo, lo cual ayuda a soportarlos. Eso, y que se cuelen por ahí “Smokers Ouside The Hospital Doors” y “Munich”.

CARMEN BOZA: Descubrimientos. Es lo que tienen los festivales; que sin comerlo ni beberlo te topas con algo que no entraba en el planning y te deja con la boca abierta. Como lo de esta gaditana, versión spanish oscura de Patti Smith salvando las distancias. Excelente voz, guitarra que arde y lírica de versos que hacen sangre. “En la mansión de los espejos no cabe un alma más. Siento aversión por mis complejos y manejo un arma”. Mucha suerte para ella.


KINGS OF CONVENIENCE: Pequeños Simon y Garfunkel. Hace once años tuve ocasión de verlos en Benicasim y me prendé de ellos. Qué bonito es comprobar que, años después, siguen siendo el mismo remanso de paz. ¿Para qué cambiar cuando la cosa funciona? Y sí, “Quiet Is The New Loud” (2001) funciona, principal protagonista (que no único) con sus canciones quiet tocadas muy loud (a la ironía de Erik me remito). ¿Quién necesita una sección rítmica teniendo un público entusiasta que sepa dar palmas y chasquear los dedos? ¿Quién necesita publicar nuevos trabajos si los antiguos resultan tan agradecidos? ¿Quién es capaz de levantar tanta devoción con dos voces, dos guitarras y un puñado de canciones intimistas folk? Solo ellos. Parte de culpa la tiene Erlend, simpático maestro de la empatía y el espoleo masivo. Y sí, chaval, tienes toda la razón: ¿POR QUÉ LA GENTE NO SE CALLA DE UNA PUTA VEZ EN LOS CONCIERTOS?.

TEMPLES: Chicos con futuro. Ni el sol cayendo en sus narices, ni el mejorable sonido ni el partido de la selección española. Temples son buenos hasta decir basta. A las ya memorables “Colours of Life”, “A Question Isn´t Answered”, “Sun Structures”, “Keep in The Dark” o “Mesmerize” se unieron algunos estrenos, temas nuevos que pronto verán la luz y que prometen un avance por la senda psicodélica encomendada. Esta vez sí se les permitió rubricar con “Shelter Song”. Esa extraña y escondida maravilla llamada “Ankh” volvió a embrujar con su melodía milenaria. Y James Edward Bagshaw cada día se parece más a Jim Morrison.

JANE´S ADDICTION: Perry, el resucitado. Hace muchos años, cuando éramos jóvenes y grunges, “Ritual de lo Habitual” (90) nos parecía un disco de lo más molón. Picaba la curiosidad de saber cómo nos sonaría ahora. Mucho más picaba la curiosidad de comprobar el estado de un Perry Farrell al que dábamos por semi-muerto. Y ahí está, renacido de las cenizas del exceso y la chaladura, ataviado de brillos, traje y sombrero, muy dandy y nada punky. Y aún canta, vaya si canta. ¿En cuanto al disco rememorado en cuestión? Pues no, no pasa el examen del tiempo tan bien como los clásicos de The Who, aunque temas como “Obvious” y “Been Caught Stealing” todavía colorean un puntillo de nostalgia. Lo mejor: ese inesperado homenaje a David Bowie con “Rebel Rebel”. Lo peor: el anecdótico pero innecesario teatrillo de las bailarinas-objeto.

BAND OF HORSES: Caballos pura sangre. Corría por ahí el rumor de que la banda de Seattle era un portento en directo. Pues bien, la leyenda era cierta. Bastó el brutal arranque con “Cigarettes, Wedding Bands” (temazo, temazo, temazo) para corroborarlo. Ya nos tienes en el bolsillo, Ben Bridwell. Ahora, a hacer lo que os de la gana. Y eso hicieron, sin que faltaran imprescindibles como “Casual Party”, “Laredo” o “No One´s Gonna Love You”, canciones que en casa no alimentan pero en vivo se trasforman en el increíble Hulk. Pedazo de banda de barbudos rockeros.

THE LONDON SOULS: Jimi Hendrix experience, parte 1. Llego el sábado al festival bien temprano, me planto ante el escenario 2 y de repente... una nube me teletransporta un porrón de años atrás y me despierto en Woodstock o Monterrey. Un dúo (guitarra-batería) toca blues rock de alta escuela. “¿Eres Jimi?” le pregunto mentalmente al guitarrista en pleno solo eléctrico. Y me contesta con una lluvia de ruido. “¿Eres Mitch?” le pregunto al batería. Y me responde con un trueno de redobles. “¿Sois la Jimi Hendrix Experience?” grito a pulmón partido. “No, coño, no ves que solo somos dos”. “Ah, vale. Entonces seréis The London Souls”.

GARY CLARK JR.: Jimi Hendrix experience, parte 2. ¿Se puede ser más fino y elegante? ¿Se puede mutar de B.B. King a Chuck Berry o Sam Cooke en un parpadeo? Gary Clark Jr. venía precedido de buena prensa y elogios a su técnica y repertorio. No defraudó. Sus majestuosos solos de guitarra volvieron a traernos a la mente al jodido Jimi. Calidad, mucha calidad.




NEIL YOUNG + PROMISE OF THE REAL: “Yo de joven quiero ser como Neil Young”. Eso decía un amigo tras el concierto. Y yo también quiero lo mismo. Pero es imposible, porque Neil solo hay uno. Y jamás habrá dos. Dos horas y media de crescendo maravilloso, comenzando por las odas en solitario (piano, órgano, acústica y armónica): “After The Gold Rush”, “Heart of Gold”, “The Needle and The Damage Done”, “Mother Earth”. Y las ovejas despistadas comenzaron a abandonar el redil. Después Promise of The Real. Sí, unamos el nombre de la banda al del genio. Crazy Horse no, pero casi. Músicos enormes para acompañar al coloso. “Yo toqué con Neil” podrá decir alguno dentro de unos años, blandiendo su brillante currículum con inmenso orgullo. Parte sosegada y acústica con omnipresencia para unas “Out on The Weekend”, “From Hank to Hendrix” (¡Jimi de nuevo!), “Unknown Legend” y “Alabama” inmaculadas. Y otro puñado de ovejas descarriadas huyen por peteneras. Vale, ahora ya solo quedamos los mejores. Disfrutemos al fin pues. Abracemos la explosión eléctrica como a un hermano perdido. Esa iracunda fiebre que nunca acaba, como en “Words”, “Down by The River”, “Mansion on The Hill”, “Like a Hurricane”, “Rockin´in The Free World” o “Love and Only Love”. Y rocanroleando en el mundo libre creímos alcanzar la verdad sobre quiénes somos y hacia dónde vamos. Nos sentimos los escogidos. Nos sentimos cómplices de un hombre de la edad de nuestro padre al que queremos como a un hijo. Sí, te queremos, tito Neil.

BEN MILLER BAND: Revelación del festival. Los discos de esta cuadrilla nos habían prometido espectáculo en directo. Cuadrilla, familia, caterva de personajes, panda de musicazos a cual más singular. Imposible elegir entre la cresta de Ben, el pelazo de Rachel, los tirantes de Scott o el sombrero carmesí de Smilin Bob. Bluegrass y skiffle a saco. Improvisación y rotaciones instrumentales. Espectáculo es poco. Fiestón, diría yo. Con canciones tan resultonas como “Hurry Up and Wait” tienen el cielo ganado. Y si ya se ponen a versionar “The House of The Rising Sun” a su loca y desvergonzada manera, ¿quién puede resistirse a hacerles la ola? Una pena que durara un suspiro.  

3 comentarios:

Fede Sánchez dijo...

Madrid es Madrid, para lo bueno y para lo malo. Un público entregado, festivo y canalla...y a la vez tremendamente mal educado.
Puedo comprender y perdonar los fallos organizativos (la verdad es que pese al desastre del jueves, la organización tuvo cintura, pero no puedo soportar a la gente que va a la fiesta por la fiesta, el ligoteo barato, al que llega el último y quiere ponerse en primera fila a base de codazos y empujones, a los super fans que te cantan al oido a grito pelao, al que no puede aguantar una hora sin beber cerveza,...Me debo estar haciendo mayor y un jodido cascarrabias.
El mejor filtro es la programación musical, y ahí es donde creo que el festival es manifiestamente mejorable (poner a King of Convenience o John Grant en la ratonera y en horario de tarde y a los insulsos y cansinos Biffy Clyro en el principal clama al cielo).
Cuanto se echa de menos aquellos F.I.B. de los hermanos Morán y la exquisita serie "B".
Bueno un voto de confianza y a ver que nos depara el año que viene.

Mary dijo...

Amigo Fede:
No puedo estar más de acuerdo con tus comentarios. Yo también me debo estar volviendo una vieja cascarrabias (aunque ya era así hace por lo menos 10 años), porque cada día soporto menos a las clases de individuos que mencionas. Por suerte en el concierto de Neil caí al lado de un grupo de auténticos y respetuosos fans que fueron un ejemplo de comportamiento y respeto hacia la música: la esperanza es lo último que se pierde. Y por supuesto, qué deleite el mío cuando Erlend Oye mandó callar sutilmente a los charlatanes. También de acuerdo en que a ciertos grupos no se les da el trato que por calidad merecen. Pero esto ya se ha convertido en un mercadeo-postureo, y claro, no vende ser bueno, sino ser... no sé... no se me ocurre qué palabra emplear. Así que deberemos seguir conformándonos con grandes nombres en lugares pequeños (yo por mi parte, no tengo inconveniente: menos tontos caben).

Miedo me da sumergirme en mi próximo destino: el NOS Alive de Lisboa. ¿Quién me manda a mí apuntarme a estos fregaos? jajaja.

Un abrazo, Fede!!

Fede Sánchez dijo...

Que lo disfrute usted, yo a mi provecta edad con el Primavera y el Mad Cool ya tengo más que sufuciente.

Castos besos amiga Mary.