El pasado 11 de julio volvió a suceder: volví a ver a Mogwai en directo y me volvieron a
extasiar, a absorber, a abducir con su nave extraterrestre. Me dieron de comer “White Noise”, “Summer”,
“I´m Jim Morrison, I´m Dead”, “Rano Pano”, “Mexican Grand Prix”, “Hunted
by a Freak”, “Mogwai Fear Satan”,
“Teenage Exorcists”, “Remurdered” y “Batcat”. Después volví a la Tierra y todo estaba como lo
dejé.
Y me puse a hacer lo que hago siempre tras uno de estos viajes
supraterrenales: dedicarles horas, días, semanas, orear sus viejas grabaciones.
Esta vez he ido un paso más allá. He decidido escarbar, salirme de la carretera
principal y perderme por los senderos. Mirar en los huecos y descubrir que
estos chicos de Glasgow con tan poca pinta de estrellas de rock, estos tipos tan
normales y corrientes que es imposible aprenderse sus caras y sus nombres
(cuenta la leyenda que a veces son tomados por intrusos en algunos backstages),
nunca tiran una canción a la basura. Hay toda una colección de EPs y
grabaciones oblicuas que merece ser escuchada, secuencias de aquel lejano y
omnipresente “Ten Rapid” (97). Y en
esos discretos mini-packs puedes encontrar a Mogwai en su esencia, pero también a Mogwai en inusuales poses, aunque siempre manteniendo sus huellas
dactilares intactas. O sea, que Mogwai
no son solo el grupo “que mete mucho
ruido”, el grupo “que todas las
canciones me suenan igual”, el grupo “que
no canta” o el grupo “heavy
sofisticado” (Nota: basado en opiniones reales). Parece ser que estos
muchachos, tras casi veinte años de duro y discreto trabajo (joder, cómo pasa
el tiempo), son notablemente dinámicos y eclécticos. Algo sospechábamos ya.
Tacita a tacita, disco a disco, uno puede ir teniendo claro lo que son capaces
de abarcar. Eso sí, debes haber sido adepto desde el principio, por lo menos
desde “Young Team” (97), haber
seguido esa carrera en tiempo real y no en diferido, haber visto cómo te salen
arrugas o se te cae el pelo al mismo tiempo que a ellos. Solo así podrás ser
consciente de cómo Mogwai han
formado parte de la mitad de tu vida, y de que hay formas de crecer y
evolucionar sin causar estruendo ni molestar a los demás. Que es lo que han
hecho los escoceses en estos años: convertirse en una banda versátil y
mayúscula de manera elegante y silenciosa. Y así, en esas casi dos décadas de
compañía hemos usado su música en los puntos más críticos: para llorar el
desasosiego existencial y la pérdida de los amores queridos, para ahogar la
ira, para alimentar la melancolía. Pues bien, ahora podemos usarlos para otro
montón de cosas más, porque las ganas de bailar que transmiten temas como “Mexican Grand Prix”, “George Square Thatcher Death Party” o “Remurdered” eran impensables antaño.
Pues eso, su discografía oculta está repleta de creaciones y
formatos singulares. Hay trabajos subterráneos que merece la pena elevar a la
superficie. Seleccionemos algunos pues.
1) A
“Friend of the Night” (2006), quizá su
mejor canción de todos los tiempos, había que tratarla con honores de single,
una bonita portada y dos caras B del calibre de “Fresh Crown” y “1% of
Monster”.
2) El
EP single “Batcat” (2008): aparte de
su ciclópea canción estrella, convertida en popular cierre de sus conciertos,
en él podemos encontrar la evocadora e impronunciable “Stupid Prick Gets Chased By The Police and Loses His Slut Girlfriend”
y esa delicia llamada “Devil Rides”
con la voz del ínclito Roky Erikson.
3)
“Special Moves” (2010), ese álbum en vivo grabado en el Music Hall
de Williamsburg, Brooklyn, en el que al fin (sí, ¡¡al fin!!) se les puede
escuchar tocando la maravillosa “Cody”.
Producto obligatorio en el catálogo para
inmortalizar un directo contundente y cerval.
4) El
magnífico EP “Earth Division”
(2011), con espectaculares ramalazos sinfónicos, folk de armónica y guitarra
acústica, descargas de electro-rock, y con canciones tan redondas como “Hound of Winter” y “Drunk and Crazy”.
5)
Las caras B de los singles de “Hardcore Will Never Die, But You Will”
(2011): “Hasenheide” como brutal apéndice
para la brutal “Rano Pano” y la
colosal “Slight Domestic” replicando
sin pudor a “Mexican Grand Prix”.
6)
La banda sonora de la serie
francesa “Les Revenants”
(2012-2013): una amalgama única de composiciones que confirma a los Mogwai más románticos (mucho piano,
menos guitarras) y a la vez inquietantes.
7)
La primera parte del EP “Music Industry 3. Fitness Industry 1”
(2014), inaugurada con “Teenage
Exorcists”, pura joya post-punk con Stuart cantando de nuevo a voz
descubierta. La segunda parte son remixes de temas de “Rave Tapes” (2014), aunque ya se sabe lo que opina servidora sobre
el dudoso arte de descuartizar canciones.
8)
Como guinda, un audiovisual: “Adelia,
I Want to Love”, ese mini-documental firmado por Vincent Moon y Teresa
Eggers que acompañaba la edición especial de “The Hawk Is Howling”
(2008). Preciosas imágenes y grandes reflexiones.
Pero si no os apetece complicaros mucho la vida, no sufráis:
para el próximo otoño se anuncia la publicación de “Central Belters” (2015), recopilatorio conmemorativo de su vigésimo
cumpleaños. Una colección que incluirá no solo los cortes imprescindibles de su
legado habitual, sino también un buen fajo de experimentos y rarezas. Interesante
conducto para solapar cielo y tierra, y rendir tributo a este inefable
monstruito de cinco cabezas (seis si contamos a Luke Sutherland). Felicidades.
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