07 mayo 2012

CONCIERTOS

SOS 4.8 2012

Pulp, Herbert, Mogwai, The Flaming Lips y punto.

De nuevo la misma pregunta: ¿qué hago yo en este festival?. Pues tomármelo con calma, básicamente. Cuando el 70% del cartel de un festival no te interesa puedes relajarte al máximo, ir a ver qué pasa, lanzarte a la aventura sin siquiera gastarte dos euros en el programa de mano, porque no lo necesitas. Y es que vaya por dios, este evento tan sostenible ya se empieza a parecer a sus hermanos mayores en algunos aspectos, copiando algunas de sus más incómodas modas. Está claro lo que había que hacer en el SOS este año: una nueva cita con Mogwai y The Flaming Lips. Y de paso intentar ver a Pulp en condiciones humanas. Y si alguna otra cosa cae, pues bienvenida sea. Como unas chuletillas a la plancha, por ejemplo.

Y es que Pulp fueron la única razón de ser del viernes, pese a que The Kills han ganado mucho en directo desde sus orígenes, con esos cuatro percusionistas marciales reclutados dando un toque sonora y visualmente excelente. De Friendly Fires poco se puede decir: algunas canciones simpáticas, pero jamás llegarán a la altura de aquellos a los que parecen emular: !!!. Tampoco hay mucho que decir de The Gossip, solo que la voz de Beth Ditto es su mayor virtud. Mejor no hablar de esa infumable matraca “reguetonera” que son los portugueses Buraka Som Sistema. Para John Talabot y sus minutos de sesión presenciados una nota alta, aunque después de lo anterior cualquier cosa se convierte en agua bendita.

A Pulp les falló la potencia de sonido, como a Suede el año anterior. Y sin embargo, los de Sheffield ofrecieron un concierto sobresaliente, como en sus mejores tiempos, con un Jarvis Cocker que lejos de mejorar mentalmente empeora. Un concierto que se antoja clavado al que dieran en el Primavera Sound el año pasado, al menos en cuanto a repertorio se refiere, aunque aquello fue Vietnam y puede que me equivoque. No faltó ni un solo hit de los grandes (bueno sí, “Party Hard”), con mención especial para unas espectaculares “Underwear”, “This Is Hardcore” y “Sunrise” que dejaron preparado el camino para el momentazo “Common People”, celebrado pero menos contundente de lo esperado.

El sábado comenzaba con una agradable sorpresa: entradas libres a la hora del concierto de Matthew Herbert en el auditorio. La nueva aventura de este tipo tiene mucho que ver con nuestra cultura, un homenaje al singular arte de la matanza del cerdo. Sí, habéis leído bien. Desde el engorde hasta el festín culinario final. Me complace imaginármelo de pueblo en pueblo, entrevistándose con los lugareños bloc en mano y boina en cabeza. “One Pig” es su última creación, otro espectáculo indescriptible que engarza nidos de sonidos, experimentos de física aplicada y performance con fogones y cocinero incluidos. Verlo para creerlo.

A continuación llegan Mogwai y el tiempo se detiene. Te despides del mundo real con los primeros acordes de “White Noise”, te apeas del festival durante un rato y ya veremos en qué condiciones vuelves. Como siempre, colosales. Ni los accidentes técnicos iniciales pudieron con ellos. Ya es oficial, estos chicos del montón firman una música superlativa, música que te activa las terminaciones nerviosas y te dice grita, corre, sufre, llora, cágate en la puta. Una música que se agarra a los huesos como la humedad. Cuando ya te han enganchado con delicias como “How to Be a Werewolf” o monumentos como “Rano Pano” se les ocurre ponerse un poco New Order con “Mexican Grand Prix”, para después volver a lo suyo, a una grandiosa “Hunted by a Freak”, a una tremebunda “Mogwai Fear Satan” que parece ser el fin del mundo. Pero no, después aún quedan “Auto Rock”, “Ratts of The Capital” y un virulento trallazo pseudo-heavy de nombre “Batcat”. Qué grandes, pero qué jodidamente grandes.

The Flaming Lips también son enormes, pero este no era su día, su público ni su festival. Parecían infalibles, pero cuando la masa no responde a su invitación interactiva la cosa empieza tarde y mal, y el subidón de Wayne Coyne se desinfla igual que esa burbuja que ni siquiera llegó a rular. Frustración y “motherfuckers” justificados y un concierto minúsculo, para pena de los que de verdad los amamos e indiferencia de los que solo pasaban por allí. Coitus interruptus en toda regla. “Worm Mountain”, “The Yeah Yeah Yeah Song”, “Yoshimi Battles The Pink Robots”, “See The Leaves”, “Pompeii Am Gotterdammerung”, “Where Is The Light” y “Do You Realize?” es un repertorio de dulce pero algo corto. Una despedida a la francesa, de repente y sin “Race for the Prize”. Te quedas con cara de tonto pero en el fondo los comprendes. Definitivamente, la miel no está hecha para la boca de los burros.

1 comentario:

Fede Sánchez dijo...

Yo este año he decidido hacerme mayor (la situación económica tiene algo qu ver también en ello, todo hay que decirlo) y empezar a pasar tanto de macroconciertos como de los festivales.
Excepto el Tanned Tin y el Primavera Sound por su puesto. El resto parecen más atracciones de feria que otra cosa. Siempre ha habido un rollo festivo en cualquier festival, pero últimamente parece que la música ha pasado a un segundo plano.
Si no que se lo digan a Tindersticks, precisamente en el SOS del año pasado, y la terrible falta de respeto de un personal que no hacía más que dar tumbos etílicos en el auditorium.
Eso si, las delicatesen culinarias de la huerta murciana siempre vale una misa.