16 abril 2011

DISCOS

ALELA DIANE & WILD DIVINE. Alela Diane & Wild Divine.

Arte en familia.

Querida Alela, pequeña inquilina de los ríos y los bosques. Nos robaste el corazón con aquel gospel de piratas, con diamantes blancos, amores de madre, árboles alisos, sombras y hierba seca. Ahora has vuelto ¿y qué nos traes bajo el brazo?. El fruto de un trabajo en comunión. Decidiste de repente que no eras una sola alma, y ataste tu cabo con tiento al de los tuyos. Al de tus viejos amigos (Jason Merculief y Jonas Haskins), al de tu pareja (Tom Bevitori), al de tu padre (Tom Menig) y hasta al de un gato. Tú conviertes la música de nuestros tiempos en algo divino, ellos consiguen que suene salvaje. ¿Sabías que un tipo llamado Elvis Perkins hizo algo parecido a lo que tú has hecho?. Decidió dejar de ser un impar, poner una coletilla tras su nombre, abrir las alas y echar a volar.

Y mientras escucho la primera de las canciones, esa sorprendente “To Begin” (“it´s hard, it´s hard to help yourself when you don´t know where to begin” es una frase que me aplico) adivino que algo ha cambiado de verdad. Que el folk ha crecido ensachando su diámetro. Que la red ha cazado nuevos sonidos. Que el cuerpo se ha alimentado hasta la robustez. Aunque “Elijah” vuelva al cauce desnudo y simple de los discos del pasado, la primera impresión es la que vale. Y en efecto, tu tercer disco habla otros idiomas. Jamás conseguiré desligarte del influjo de aquellas voces, de June Carter, Joni Mitchell, Joan Baez y Vashti Bunyan, nombres que probablemente a ti te suben los colores y frente a los que no tienes nada que temer. Pero ahora también escucho ecos de otros lugares: escucho el eco de Lynyrd Skynyrd en “Of Many Colours”, el de The Doors en “Heartless Highway”, el de los hermanos Allman en “White Horse” o el de Neil Young en “Long Way Down”. Y finalmente acato la certeza de que ya no eres solo una cantautora folk: eres una mujer del rock.

El impacto de “The Pirate´s Gospel” (2006) y “To Be Still” (2009) fue instantáneo. He de serte sincera: he tardado en asimilar estas nuevas canciones. No quería que el campo se llenara de cemento, el agua de barcos ni el aire se volviera humo. Pero perseverando he llegado a entender que la fragilidad no es eterna. Y así rectifico y subrayo que este disco sigue teniendo muchas de las cosas que tenían los otros: la pureza que nos hace diferentes, la sensibilidad que nos hace humanos. Y en tu caso, la sabiduría que ojalá te convierta pronto en un clásico moderno.



Léelo también en: MY FEET IN FLAMES

2 comentarios:

Juan Ra dijo...

escucha el último disco de Bill Callahan.

Mary dijo...

Ya está escuchado. Y con la crítica preparada para colgarla esta semana.