10 mayo 2009

DISCOS

PJ HARVEY & JOHN PARISH. A Woman A Man Walked By.

La sinergia positiva.

Después del accidentado episodio vivido en el SOS 4.8 murciano, es hora de hacer justicia a un gran disco y a una de las parejas más fieles y mejor avenidas del rock. También es justo que John Parish aparezca con letras grandes en los créditos, pues desde tiempos remotos ha sido un puntal intachable en la carrera de su gran amiga Polly. Juntos vuelven a marcarse un fifty-fifty: Parish compuso los temas, Harvey los adorna con letras que se columpian entre lo tierno y lo visceral, lo poético y lo trágico. El resultado es un baño de gloria para ambos y retrotrae a la PJ de hace algunos años, a las inferencias eléctricas de, por ejemplo, “Stories from the City, Stories from the Sea” (2000). La canción que abre el disco no deja dudas: “Black Hearted Love” es toda intensidad y pulcritud, con un desenlace monstruoso (“I´d like to take you to a place I know, my black hearted” dice ella con convencimiento). A partir de ahí, el espíritu está predispuesto y preparado para lo que venga. Canciones para todos los gustos: asimétricas, sísmicas y profundas. Polly Jean muestra todas y cada una de sus caras en ellas: la de rockera sexy en la propia “Black Hearted Love”, la de esquizofrénica en “Sixteen, Fifteen, Fourteen”, la de perruna punky en “Pig Will Not”, la de criatura celestial en “Leaving California” o la de gran dama victoriana en “Passionless, Pointless”. Los experimentos también son bienvenidos, evidenciando la amplitud de recursos de la pareja artística. “The Chair” abre una sima cerca de la mitad del disco, con disonancias y atrezzo digital a lo Radiohead. La curiosa “A Woman A Man Walked By/The Crow Knows Where All the Little Children Go” se desarrolla en dos actos, viajando de una turbulencia pro-Nick Cave a un agradable facilismo lounge. Y qué decir de la garganta de nuestra protagonista: aquí se marca un catálogo vocal de aúpa, con todo tipo de falsetes, timbres nasales, pláticas, susurros y alaridos.

Trece años después de aquel “Dance Hall at Louse Point” (96), he aquí un nuevo testimonio de la sinergia positiva: uno más uno no es dos, sino mucho más.

www.pjharvey.net


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