05 abril 2009

RETROSPECTIVAS

CREAM. Disraeli Gears.

Joyas de los sesenta (2ª parte).

He aquí otra de las bandas y de los discos imprescindibles de los 60, en este homenaje que seguimos haciendo a la década prodigiosa. El supertrío británico formado por Eric Clapton, Jack Bruce y Ginger Baker supuso una influencia indiscutible en el devenir del rock, unido al blues por la vía de la asociación. Contar con uno de los mejores guitarristas de la época y de todos los tiempos tuvo su importancia; de hecho, las guitarras de Clapton asientan cada pieza e interpretación del grupo, dotándolas de peso y volumen.

Disraeli Gears” (67), su segundo trabajo y el de mejores ratios de aceptación, supone la definición de su personalidad, aglutinando mayoritariamente composiciones propias. Solo la melodía tradicional “Mother´s Lament” y “Outside Woman Blues” pueden considerarse enteramente como fondos ajenos. Un disco de absoluta concisión, en el que no hay rastro de los desarrollos abigarrados y eternos que caracterizarían a posteriori sus directos. Un disco luminoso en el que por encima de las exhibiciones instrumentales priman las canciones. El influjo primario del blues se mantiene en “Take It Back”, se entreteje con brumas psicodélicas en “Strange Brew”, “World of Pain” y “Tales of Brave Ulysses”, se diluye finalmente en piezas asombrosas como “Dance the Night Away” o en “We´re Going Wrong”, con esa narcótica secuencia rítmica de Baker. Un Baker que también hace sus pinitos como autor en la populachera “Blue Condition”, que incita al paralelismo mental con “Rainy Day Women #12 &35” de Bob Dylan, publicada solo un año antes. Por su parte, el estilo de “Swlabr” pavimenta el camino por el que han de circular no mucho más tarde Led Zeppelin o Deep Purple.

Sunshine of Your Love” quizá sea el tema estrella. En él se palpa lo dicho al inicio de este post: la densidad y aguante que propagan las guitarras, básica materia prima, capaz de elevarlo por sí solas a la categoría de clásico impertérrito. Y es que Cream nacieron con la vitola de clásico, y cuarenta años después lo siguen siendo. Y hablando de supertríos, próximamente cruzaremos el charco y dedicaremos unas líneas a otro.


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