05 febrero 2008

DISCOS

THE MAGNETIC FIELDS. Distortion.

La cafetera y el poeta.

La vuelta de Stephin Merritt a la actualidad musical se produce a bombo y platillo. La ecuménica colección de 69 canciones de amor (mentado incansablemente como su disco cénit) se hizo demasiado cuesta arriba, pero este “Distortion” (2008) nace provisto de una ligereza apetecible: solo trece canciones rondando los tres minutos cada una. ¿Para qué enredarse más?. Pocos artistas reconocen el hecho de haberse inspirado en (o copiado de) una obra ajena; a Merritt le duele ya la boca de decir que su referente se llama “Psychocandy” (85). Y ese prurito de sonar como The Jesus & Mary Chain (o Love & Rockets, o Suicide) lo ha arrastrado a sacarse el carné del club de amigos del feedback repetitivo, una forma de hacer fácil lo difícil (la creación) y difícil lo fácil (la escucha). De estas influencias y premisas nace un disco que nada tiene de especial en los tiempos que corren, pero que pinta saludable con poca atención que se le preste. Y la peor pesadilla de Phil Spector se convierte en realidad: el abotargante muro sónico se derrumba machacado por unas melodías (The Beach Boys, Cole Porter, Scott Walker y la Motown) que resuenan frescas pese al papel de estraza que las envuelve. Si el disco modelo de los hermanos Reid rechinaba (según palabras del propio Merritt) como una cafetera con ritmo, con éste no surge el acto reflejo de llevarse los dedos índice a los oídos. ¿Objetivo incumplido?. No. Más bien el triunfo de la sensibilidad del poeta.

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