01 febrero 2008

DISCOS


IRON & WINE. The Shepherd´s Dog.

Pequeño gran héroe.

Hay discos que llegan tarde (no demasiado), que entran por los oídos, la piel y el corazón. "The Shepherd´s Dog" (2007) hace tanta mella que dejarlo pasar sería un sacrilegio. El bueno de Sam Beam siempre ha compuesto grandes canciones; esta vez, sus días dorados de inspiración cristalizan en doce cortes tan bellos y abrumadores que tumban. Avanzando página, el disco supone un riesgo más allá de la rústica pretérita, como una mudanza del campo a la gran ciudad. Superproducido y arreglado con exquisitez maestra, las guitarras y banjos viajan en compañía de bongos, sitares y teclados con la esperanza de encontrar una vida mejor. Y la encuentran en el punto de la creación en que el country-folk hace esquina con otras músicas. La alegre "Pagan Angel and a Borrowed Car" anima a afrontar el resto con ganas locas. "White Tooth Man" está impregnada de psicodelia. El sabor latino de "Lovesong of the Buzzard" o "Innocent Bones", la ruptura rockera de "The Devil Never Sleeps" o el punto reggae de "Wolves (Song of the Shepherd´s Dog)" son también bazas inéditas, bien jugadas por el barbudo de Florida. Y la increíble "Carousel", con ese inconfundible olor a incienso, es de esas canciones inmaculadas que glorifican el arte y al artista. Un artista erigido en nuevo héroe americano, capaz de alcanzar la más absoluta exuberancia sin perder la modestia. Es lo que tiene arrimarse tanto a Burns y Convertino.

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