03 enero 2007

REPORTAJES

2006: OTRO AÑO DE MÚSICA.

Los discos que se quedaron por el camino.

Es inevitable: Navidad equivale a listados, resúmenes, balances y toda clase de ejercicios de recopilación sobre lo mejor y lo peor del año. Y yo no iba a ser menos. Así que echo la vista atrás y me acuerdo de un montón de discos que desfilaron por mi mp3 en 2006 y para los que no hubo palabras por falta de tiempo, salud, ganas o medios al alcance. Ahora es el momento de recuperarlos. Eso sí, sin más orden que el alfabético. Las categorías y numerajos se los dejamos a los eruditos pitagorines de la Rock de Lux. Recordaremos el 2006 por discos (y temazos) como éstos…

AKRON/FAMILY. Meek Warrior.
Comienza con un loco dominó de psicodelia extrema (“Blessing Force”) y acaba con un suculento postre de gospel espiritual (“Love and Space”). Y entre medias, folk marciano inconformista y más psicodelia setentera. Entre The Incredible String Band, la arquitectura amorfa de Can y las fechorías más naif de Frank Zappa. Para orejas cultivadas.
Temazos: “Lightning Bolt of Compassion” en su cara suave; “The Rider (Dolphin Song)” en la salvaje.

BARRY ADAMSON. Stranger on the Sofa.
Desde su caverna anti-mainstream, el músico absoluto vuelve a demostrar que en su chistera cabe de todo (rhythm & blues, cabaret, glam rock y vanguardia electrónica), que puede seguir siendo el más sombrío y ambiguo (“My Friend The Fly”, “Deja Morte”) y que también puede abrirse como los pétalos de una flor cuando le venga en gana (“The Long Way Back Again”, “You Sold Your Dreams”).
Temazo: “Officer Bentley´s Fairly Serious Dilemma”.

FINAL FANTASY. He Poos Clouds.
Pizzicatos y clavicordios. Ópera y musical. Un sorprendente viaje que puede acabar en cualquier parte: en la rapsodia bohemia de Queen, en las calles de Anatevka o en las bodas de Fígaro. En manos ajenas sería otra “divina comedia” ampulosa y pedante, pero en las de Owen Pallett se convierte en una obra llena de sensibilidad y madurez que enfrenta lo clásico a lo contemporáneo con valentía. Y que lo eleva a la recua de donceles iluminados junto a Sufjan Stevens, Teitur, Patrick Wolf o Zach Condon.
Temazo: “This Lamb Sells Condos”.

ISOBEL CAMPBELL (& MARK LANEGAN). Ballad of Broken Seas.
El legado de sus ex-bandas (Belle and Sebastian, Screaming Trees) es tan inconexo como el matiz de sus voces, pero juntos han creado un manual de sutileza pleno de referencias ilustres (ahí está su visión de “Ramblin´Man” de Hank Williams) que los convierte en pares complementarios aunque trabajaran separados. El amargo y el dulce. El reo y el hada. Baladas evocadoras y sublimes por las que matarían los mismísimos Tindersticks.
Temazo: “Black Mountain”.

LAMBCHOP. The Decline of Country & Western Civilization.
Nunca un disco aglutinó con tanto acierto las mil y una caras de la banda de Nashville. Curioso que lo consiga un recopilatorio con viejos singles, rarezas, versiones propias y ajenas y otro material huidizo. El bucolismo de siesta (“Soaky in the Popper”, “The Gettisburgh Address”), la experimentación transversal (“Two Kittens Don´t Make a Puppy”), la fanfarria de festival (“Nine”, “Loretta Lung”) y un homenaje impecable a Elvis Costello en “Beyond Belief”. 100% pura oveja.
Temazo: “The Scary Caroler (Fast)”.

LIARS. Drum´s Not Dead.
El tambor no ha muerto, por supuesto. Sigue siendo el ítem sagrado del trío neoyorkino para hipnotizar y crear confusión, oficio en el que ya son maestros. Imaginativo, ilimitado, siniestro y también muy cool. Danzas tribales, ceremonias de santería y rituales vudú ensamblados en un disco de una sola pieza que demuestra que aún no se ha inventado un género en el que clasificarlos.
Temazo: “A Visit from Drum”.

NEKO CASE. Fox Confessor Brings the Flood.
De una voz especial, un viaje a Tucson y el altruismo de algunos amigos (entre ellos, su ilustrísima Howe Gelb) no puede surgir otra cosa que no sea un disco impecable. Canciones elegantes, en constante evolución y orquestadas con somera. La música como conducto material de la historia, que al final es lo que cuenta, por muy manida, superflua o infantil que sea.
Temazo: “Dirty Knife”.

PETER, BJÖRN AND JOHN. Writer´s Block.
Desde la fría Suecia llega otra apuesta segura. Referentes de la música disco, Brian Wilson y la época psicotrópica de los Beatles en una colección de bellas (y divertidas) canciones donde la melodía perfecta y la percusión suicida se dan relevos constantes. Sin ningún ánimo de lucro, pero con un beneficio pasmoso. Revelación del año.
Temazo: “Let´s Call It Off”.


THE RACONTEURS. Broken Boy Soldiers.
Aunque el primer corte (“Steady As She Goes”) anuncia un nuevo hype cansino de temporada, el divertimento paralelo de Jack White y Brendan Benson resulta ser una nostálgica mirada hacia el rock de los sesenta. Guitarras pomposas, órganos Hammond y puzzles de voces en nueve canciones sabrosas (quitamos la primera) que invocan irremediablemente los sonidos de The Who.
Temazo: “Broken Boy Soldier”.

STEREOLAB. Fab Four Suture.
Sus discos sin bajos trotones, loops, casiotones y sordinas no son suyos. Como es habitual, vuelven a facturar un trabajo vibrante y luminoso donde no hay un solo corte a despreciar (de los doce y las fascinantes subdivisiones de cada uno). “Plastic Mile”, “Vodiak”, “Excursions into Oh, A-Oh” o “Widow Weirdo” son muestra aleatoria y prueba fehaciente de la fidelidad a un estilo que los ha convertido en únicos e inimitables.
Temazo: “Interlock”.

STUART A. STAPLES. Leaving Songs.
La audacia compositiva de los primeros Tindersticks ha desaparecido, pero la voz de este hombre puede convertir en buena hasta la canción más mediocre. Demostrado queda en “The Path” o “One More Time”. Un viaje a Memphis y otro paso adelante en la religión pro-Townes Van Zandt. Soul, folk, country (con pedal steel incluido) y el habitual complemento femenino.
Temazo: “Already Gone”.

TAPES´N´TAPES. The Loon.
Publicado este año en nuestro país (data del 2005) después de un boca a boca fabuloso, comprende un manojo de canciones entretenidas, frescas e ideales para jugar al “me recuerdan a..”. Me recuerdan a The Kinks, Pixies, Talking Heads o, cómo no, Wire (por algo “Chairs Missing” es su álbum favorito). Lo mejor: su facilidad para alternar tiempos, estilos y ritmos. Lo peor: ese sospechoso tufillo a nuevo grupo de moda.
Temazo: “Insistor”.

TEITUR. Stay Under the Stars.
Compositor impecable, poeta de diario, el danés firma uno de los discos más emotivos y escuchados de la temporada. Porque sus historias de sentimientos, de lugares físicos, de sueños infantiles, no cansan. Porque su folk aterciopelado con deliciosa guarnición de arreglos clásicos engancha. Porque esa voz inmaculada y explotada con fe y esmero convence por completo. ¿Pariente cercano de Antony?.
Temazo: “Thief about to Break In”.

WILLARD GRANT CONSPIRACY. Let It Roll.
Las tribulaciones de Rob Fisher son similares a las de Nick Cave, pero desde el otro lado del charco (y si no, dedicarle un par de escuchas a la imponente “Let It Roll”). También se parecen a las de Kurt Wagner (y si no, prestar atención a “Breach” o “Crush”). Aparte de comparaciones, he aquí otro gran disco desde esa América en la que todo es más estanco, bruto y complicado, y las distancias se multiplican. Como distancia hay entre canción y canción, todas diferentes, todas especiales si se les dedica su justo tiempo.
Temazo: “Flying Low”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No los he oido todos, pero me quedo con el de Liars.