DISCOS
La especie dominante.
Pero leche, ¿qué es esto?. Un montón de meses ignorando el que quizá sea el mejor álbum de 2006 (con permiso de Dominique A). Toda una vida ignorando a esta pandilla de Brooklyn, ese barrio de la gran manzana que siempre nos recuerda el concurrido estanco de Augie en “Smoke” y “Blue in the Face”. Finalmente, el verbo se hizo carne y todas las palabras de elogio leídas/oídas sobre ellos mutaron en verdad. “Return to Cookie Mountain” (2006) es el disco que llevaba muchos años deseando escuchar. Adicción severa. Una conexión paranormal de soul, gospel, étnica, psicodelia, doo-wop, loops marcianos y rock de pedigrí. Semillas del pasado desfilando por un episodio de Futurama. Sin calificativo. Ya lo dice David Bowie, y el camaleón no es tonto. Y es que el propio Bowie se ha convertido en el fan número uno (yo soy el dos) de esta súper-banda. Su aparición en “Province” deja testimonio, aunque el verdadero traje a su medida sea la apabullante “Blues from Down Here”.
Dominio, esa es la palabra. Dominio de los ritmos, que convierten en superiores dos canciones de por sí redondas como “Hours” o la espacial “Playhouses”. Dominio de los tiempos, acelerando en “Wolf Like Me” (ya quisieran Bloc Party sonar así), calibrando en “Dirty Whirl World”, frenando en “Tonight”. Dominio también de las gargantas, magistralmente coordinadas en el gran himno “I Was A Lover” (Sly Stone se vuelve loco entre bytes), “A Method” o la apoteósica macro-protesta hippy con panderetas, traveseras y sitares “Wash the Day Away”.
Lo dicho, sin calificativo. ¿Para qué perderse en retóricas si las canciones hablan por sí solas?. Digamos simplemente que algo bueno y gordo se cuece en Brooklyn, y sigámosles la pista con atención. Porque en caso de hecatombe solo los fuertes sobreviven, y estos tienen pinta de comerse a todos los demás.
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