05 junio 2025

CONCIERTOS

TOMAVISTAS 2025. Madrid. Caja Mágica. 30-31 mayo. 

El día que anunciaron que Mogwai venían al Tomavistas, imaginad qué. Pues que una se compró el abono sin pensar, cegada por la pasión. Luego salió el cartel completo y hay que aceptar la realidad: los festivales ya no se hacen para nosotros, o viceversa. Ahora, en la mayoría (hay excepciones, claro) solo conoces o deseas dos o tres nombres a lo sumo, y te aferras a ellos sabiendo que tendrás suficiente porque el cuerpo ya no da para más. Abiertos siempre a las experiencias, si luego suena alguna otra flauta, pues fenomenal. Flautas como Depresión Sonora, por ejemplo, que nos ganaron la atención el sábado con esa vena post-punk de nueva generación. Pero los objetivos claramente eran otros. 

A Maika Makovski le teníamos muchísimas ganas. Por diversas razones nunca habíamos coincidido con ella, pero sabíamos de sus gestas por testimonios de otros. Hemos adorado su música, su voz y su valentía desde su disco de debut. Era el momento de saldar cuentas, y qué mejor ocasión que esta, con un álbum (“Bunker Rococo”) tan delicioso y un espectáculo tan sui generis. Esta mujer es un tesoro. No es de justicia relegarla a media tarde en escenario pequeño. Su show habría llenado y alumbrado el mayor de todos los escenarios de un festival cualquiera. Pero como ella misma nos confesaba, honesta y educadamente, propuestas así no tienen mucho éxito dentro de la escena actual en nuestro país. Una pena, la verdad. Acompañada por una cuadrilla de músicos fabulosos (batería, guitarra, bajo, violín, viola, trompa y trombón, además de sus guitarra, sintetizador y piano rococó), fue la dueña y señora de la Caja Mágica durante hora y pico, exprimiendo su espectacular voz y deslumbrante personalidad. Hubo muchas canciones de su variopinto reciente trabajo (tremendas “Muscle Cars”, “B Series”, “My Head Is a Vampire” y “Hunch of the Century”), pero también se abrieron huecos para clásicos de todos los colores, como las vehementes “Only Innocence Is Capable of Pure Evil”, “Reaching Out to You” y “Lava Love”, o las celestiales “When The Dust Clears” y “Love You Till I Die”. Y todo ello en el más cálido de los ambientes (no solo por el calor), con un enorme derroche de ganas y una eterna sonrisa en la boca. 

A Doves los vimos por única vez allá por el 2000, hace un cuarto de siglo. Ha llovido, vaya que sí. “Lost Souls” fue un disco que nos robó el corazón. Después vinieron otros trabajos, fuimos perdiendo interés, ellos iban y venían. Esta ha sido una oportunidad de revisar toda su discografía, reencontrarnos con el pop psicodélico, reconocer que sus últimos discos siguen teniendo magia y preguntarse por qué Coldplay arrasaron y ellos no. Se echó de menos a Jimi Goodwin, pero Jez William suplió su papel vocal con decencia. Al igual que hace veinticinco años, Andy William sigue acaparando intereses; un baterista poco común por su extraña técnica, su don de director de orquesta y su aportación coral (y porque no envejece nunca). Se les agradece que se pusieran en plan nostálgico y eligieran un repertorio casi basado en sus legados, con “Snowden”, “Words”, “Pounding”, “Caught By The River” y “There Goes The Fear” como melodías más coreadas, y con el adorno de sus videos oficiales proyectados en la pantalla. Yo me quedo con el precioso country-western de “Kingdom of Rust”, momento de gloria cantora de Andy. Aunque el sonido dejó que desear, los viajes al pasado siempre son emocionantes. 

Y luego están Mogwai. Otro nivel. Decir aquí que fueron lo mejor del festival no vale, porque no lo vimos todo y somos muy parciales. Pero hay gente que sí lo dice. Personas que no los conocían mucho o solo de refilón, y que acabaron con la boca abierta y a sus pies. Porque los chicos de Glasgow, Scotland hicieron lo de siempre: clavar otro set sensacional, mezclando lo onírico y lo bestia, sin abusar de lo nuevo y arrojando una ancha red a buena parte de su historia. Las normas sobre tope de decibelios en la capital mesuraron el volumen mefistofélico de esta gira, y es de agradecer. Que no es necesario empeñarse en sonar a 120, que con 100 ya les cunde de lujo. Que su apasionante música es para oírla con el oído desnudo, sin tener que usar esos malditos tapones. Las inmensas “God Gets You Back” y “Hi Chaos” iban a abrir la tarde sí o sí. Luego aparecieron “I´m Jim Morrison, I´m Dead”, “How To Be a Werewolf”, “Rano Pano” y “Hunted by a Freak” una detrás de otra, y aquello fue mostrar en verso toda su clase y profundidad. Después llegaron las cantadas, “Ritchie Sacramento” y “Fanzine Made of Flesh”, para sugerir que ellos pueden ponerse también de lo más indie si les da la real gana. “Remurdered”, como siempre, dio cancha a los amantes del trance y a los que adoramos ver al bueno de Dominic fuera de su zona de confort. “We´re No Here” y “Lion Rumpus” lanzaron el gancho de K.O. en el último asalto con su contundencia escandalosa. Y sin haberse ido del todo, volvieron a empuñar sus artefactos para rematar con una “Mogwai Fear Satan” ineludible, con la que lograron una gesta absolutamente homérica: hacer silencio sepulcral en un festival ibérico durante casi dos minutos. Ahora que venga otro y lo intente.



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