28 septiembre 2023

CONCIERTOS

VISOR FEST 2023. Murcia. La Fica. 22 y 23 de septiembre. 

A la tercera fue la vencida. Tras dos ediciones fallidas, había ganas de descubrir este festival que reúne todas las virtudes soñadas para un evento musical en condiciones: precio asequible, aforo controlado, espacio accesible, cero solapamientos horarios y artistas con pedigrí. Formato ideal para nostálgicos, carrozas, revivalistas y viejunos eternamente jóvenes. Que los más maduros y metódicos también se merecen una oportunidad. Que toda esa gente fue la que levantó los festivales en este país allá por los noventa. ¿O acaso no nos acordamos? Que los que ahora se congregan en torno a La Fica para ver a Suede son muchos de los que vieron a Suede en Benicasim en 1999. Que la gente que aquí convive y se da la mano tiene canas, y barrigas y arruguitas, pero es una gente maravillosamente auténtica, amante de una música que, lejos de declinar, resurge llena de magia y energía. Y muchos de los que aquí están (o estamos) vivimos ese concepto de festival de respeto y devoción, contracultural, contracomercial, centrado en el contenido musical, sin parafernalia ni folclore adicional, música en estado puro limpia de polvo y paja. Y cuánto se agradece poder volver al pasado, aunque sea por unos instantes, un par de días, unas cuantas horas, regresando a la esencia de lo pequeño y genuino. 



The Primitives vivieron mucho tiempo de las rentas de “Crash”, pero nunca se fueron del todo. El motor en vivo no carbura a la perfección y la glamurosa Tracy Tracy ya no muestra el alarde vocal de antaño, pero aún así son el comienzo, los primeros, y a todos nos pillan con ganas. Poco a poco van desgranando su batería de clichés directos, rotundos y pegadizos, para contento de poppies y rockers por igual. Suenan “Sick of it”, “I Won´t Care”, “Buzz Buzz Buzz”, “Really Stupid” o “Rattle My Cage”, que llevan en volandas al personal más madrugador con la primera cerveza del día. Por supuesto, “Crash” no puede faltar a los postres, convertida en coros y saltos e indemne al paso del tiempo. 



The House of Love tampoco se fueron del todo. Tras los éxitos de su primer lustro se tomaron un descanso de una década y resucitaron, para seguir siendo esa banda de culto cuidada por la prensa y los amantes de las canciones con marca de autor. Ese autor (gran autor) es básicamente Guy Chadwick, único habitante perpetuo de la antigua casa. Se lo toma con calma, se hace de rogar, pero aún es capaz de ofrecer nuevos materiales (en 2022 publicaron “A State of Grace”) y dar rutilantes recitales con formación regenerada. “Cruel” y “Christine” son dos potentes argumentos para empezar su demostración. Y tienen tantas y tan brillantes canciones (“Hope”, “Shine On”, “Burn Down The World”, “Destroy The Heart”, “Love in a Car”) que es difícil no prestarles la atención que se merecen. Venían como recambio de The Church.  Sustitutos de categoría. 



Inspiral Carpets no es que se prodiguen mucho en grabar nuevas canciones, pero ¿acaso les hace falta? El legado que dejaron entre 1988 y 1995 se merece una vitrina en los museos de la música popular. En un festival como este, ¿cómo prescindir del mítico sonido Madchester y de los flashes de Factory Records? Ellos fueron los chicos buenos de la movida, y quizá por eso no alcanzaron el mismo impulso mediático que los más descerebrados y camorristas. El buen rollo no vende. Pero ahí están, dando el do de pecho, sacando petróleo de los discursos de Stephen Holt, las teclas suicidas de Clint Boon y los arpegios de Graham Lambert. Arrancar con “Joe” es una declaración de guerra, y a partir de ahí todo es cuesta arriba. Setlist: “Joe”, “Generations”, “Weakness”, “Butterfly”, “She Comes in The Fall”, “This Is How It Feels”, “Two Worlds Collide”, “Let You Down”, “Bitches Brew”, “Find Out Why”, “Move”, “Sackville”, “Directing Traffik”, “Keep The Circle Around”, “I Want You”, “Uniform”, “Dragging Me Down”, “Commercial Rain”, “96 Tears” y “Saturn 5”. ¿Alguien da más? Como oírse enterito un greatest hits a merced de proyecciones conmemorativas de sus simpáticos iconos y logos.



OMD son siglas mayores. El proyecto de Andy McCluskey y Paul Humphreys posee una de las carreras más sólidas de la historia del synth-pop, y el verdadero acicate era descubrir su puesta en escena, que solo se puede calificar de impecable. Música electro en estética rockera, con el plus onírico de una luminotecnia cuidada al milímetro. Andy se mantiene en forma, bajo en ristre, voz sin mácula, presencia determinante en las tablas (y en la piscina del hotel al día siguiente). El oído se muestra dócilmente amaestrado cuando suenan “Electricity”, “Messages”, “Souvenir”, “Sailing on The Seven Seas”, “Enola Gay” o “Pandora´s Box”, himnos que resisten con dignidad la corrosión de los años. Su concierto no fue solo un guiño al pasado; fue un recorrido concienzudo por cuatro décadas de trabajo y experimentación, y ello les valió una de las ovaciones más emotivas del festival. 

Que me perdonen Mercromina por perdérmelos (lo siento, paisanos). Los excesos de la jornada previa y la necesidad de una siesta ibérica echaron por tierra el homenaje que sin duda merecían. Por si sirve de descarga, veníamos de una semana de pincharlos a discreción y recordar lo buenas que eran “Pájaros”, “Chaqueta de Pana”, “Evolution”, “El Libro de Oro de la Congelación”, “La gran aventura” o “Entrevista a Un Abducido”. 



Nada Surf también siguen incombustibles después de su arranque apoteósico con “High/Low” allá por 1996, y “Popular” y “The Plan” destacaron en los inicios para recordar cómo empezó todo. Se les tiene cariño; quizá por la simpatía y orígenes de Dani Lorca, o por la clase y saber estar de Matthew Caws. Su set fue un viaje con parada en todas sus estaciones, magistral en ejecución y sobrado de actitud. Que tocan maravillosamente bien, nadie lo puede dudar. Que a veces se enredan en medios tiempos aburridos o melodramas manidos, puede ser. Que cuando sacan los colmillos devoran al más pintado, pues también. Además de la mencionada “The Plan”, aplastante con sus cambios de ritmo y riffs descabalados, brillaron “Hi-Speed Soul”, “Killian´s Red”, “Happy Kid”, “Hyperspace” y “See These Bones”. Qué pena que no cayera “La Pour Ça”.


 

Echo & The Bunnymen no necesitan presentación. Pioneros y legendarios. Y esta vez brillaron más que nunca. Introducidos al son de canto gregoriano, bucearon a fondo en su discografía para rescatar temas inesperados: siniestros en “Going Up” y “All That Jazz”, místicos en una grandiosa “All My Colours”, nítidos en “Never Stop” o funkies en “Bedbugs and Ballyhoo”. Saludaron al malogrado Lou Reed en los compases finales de “Nothing Last Forever”, dándose un paseo por el lado salvaje. No dejaron de lado algunas melodías reconocibles, como “Rescue”, “Bring On The Dancing Horses”, “Seven Seas” y “The Killing Moon”. Se convirtieron en una odisea catódica bordando “Over The Wall”, momento cumbre del concierto. Cerraron con la obvia “Lips Like Sugar”, y nos dejaron a medias, yéndose a la francesa y prescindiendo de la deseada “The Cutter”. No estaba Ian McCulloch en sus mejores facultades. Sí lo estaba Will Sergeant, volviendo a hipnotizar con sus espasmos eléctricos. Son un monstruo, y decir lo contrario sería falacia.


 

Y Suede son otro monstruo, desde luego. Un monstruito espídico que no ha dejado de engordar desde su resurrección en 2013. Viviendo una segunda (o tercera, o cuarta) juventud, Brett Anderson sigue en plan bestia escénica, creyéndoselo como el primer día, dando todo lo que lleva dentro hasta la extenuación. Esta vez iban acompañados de adorno visual, las grandes obras artísticas de sus elepés y singles proyectadas para hacer de cada tema un episodio inolvidable. Abundaron los hits, las irrenunciables “She”, “Trash”, “Animal Nitrate”, “Filmstar”, “Can´t Get Enogh”, “New Generation”, “So Young” o “Beautiful Ones”. Pero también hubo un presente, muchas canciones del último “Autofiction” (2022), como las rotundas “Turn Off Your Brain and Yell” o “Shadow Self”. Rescataron “She´s in Fashion” en una versión acústica deliciosa, y remataron un sábado noche inolvidable con la oportuna “Saturday Night”. Y todo ello en una pieza, sin impases ni titubeos, enlazando un riff con otro, un ritmo con el siguiente y un ejercicio aeróbico con el posterior, en un desafío extremo. Normal que todos acabaran sin resuello, como el mismísimo Brett. 

Dicen que en las redes la gente ya está expresando sus deseos para conformar el cartel de 2024. Aquí les dejo algunas sugerencias, señores: Happy Mondays, Einstürzende Neubauten, The Psychedelic Furs, Manic Street Preachers, Mercury Rev, The Church, The Stranglers, Madness, The Charlatans, Bauhaus, The Cult, The Cure, Spiritualized, Gary Numan, The B-52´s, Gang of Four, New Order, Wire, The Sisters of Mercy, Supergrass, Slowdive, The Verve, Yo La Tengo, Mogwai, Primal Scream, The Durutti Column, Modern English, Kraftwerk, Mission of Burma, The Jesus & Mary Chain, Siouxie, Stereolab, Weezer, Pavement, The Boo Radleys, Arab Strap, The Posies, The Delgados.


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