La llamada de Elvis
Perkins siempre es irresistible. Sabes que va a ser un rato sano, afable y provechoso.
Intuyes que a Elvis te lo vas a encontrar por la sala y que no va a tener el
menor inconveniente en saludar. Sabes que va a compartir su soberbia música y
su intrincada poesía con toda la naturalidad y la honestidad de que es capaz. Y
así es, en un lugar tan de familia como El Sol. Pero antes hay dos aperitivos
interesantes. El primero es Vera Sola, que no es otra cosa que el nombre
artístico de Danielle Aykroyd, la mujer que acompaña a Elvis al bajo desde
2015, una artista impecable que reivindica su porción de gloria tras años de
asistencias y colaboraciones con otros. A solas con la guitarra eléctrica (que
suena como un bajo, ciertamente), nos ofrece sus composiciones, una suerte de
folk tortuoso, impulsadas por su teatralidad y por su forma de cantar, de
notable inspiración blues (¿no tiene algo de Grace Slick?). Presenta su
próximo álbum “Shades” y nos regala versiones como “I Will Survive”
de Gloria Gaynor, llevada muy sutilmente a su terreno. Un recital tan
misterioso como inspirador. A continuación toca escuchar al coruñés Pardo,
que nos trae una grata nota de rock patrio, humor y nostalgia. Sus inicios en
el rockabilly gallego lo delatan, y de aquellas fuentes y de otras bebe para
trazar historias que podrían ser la envidia de Loquillo. Con su pose
desenfadada y simpática, de tío corriente y moliente, canta por igual a los
buenos y a los malos, dándoles a todos lo suyo, y se permite traer versiones
insospechadas como el himno popular “Camino Verde”.
Y Elvis ha vuelto
para darnos una grata sorpresa, en forma de nueva banda y de nuevas canciones.
Unas canciones que aún no tienen fecha clara de salida (ni él mismo lo sabe con
exactitud, confiesa), pero que auguran el retorno a la senda de esplendor de
aquella tierra llamada Dearland. Vuelven los metales y el músculo a su
formación, y con ello resucitan las magníficas “I Heard Your Voice in
Dresden” o la versión festiva dixieland de “Doomsday”. Una
banda embrionaria y sin embargo pasmosamente articulada, como si fueran
infinitas las sesiones a sus espaldas. El nuevo desarrollo instrumental da un
brillo especial a canciones como “All The Night Without Love” o “The
Passage of The Black Gene”, rubricadas por colosales desenlaces de
improvisación jazz o expansiones psicodélicas. Igualmente fulgurantes lucen “Stay
Zombie Stay”, “All Today”, “Shampoo” o “While You Were
Sleeping”, variados ejemplos de un inmenso catálogo de joyas con olor
clásico, revestidas de nuevos detalles para la ocasión. La inconmensurable “Stop
Drop Rock´n´Roll” reafirma la categoría de un ensemble que la borda
y la amplifica, logrando uno de esos momentos de ROCK en letras de neón bajo la
batuta de un Elvis que se sumerge entre todos y se entiende con todos. Pero el
gran valor de este concierto es la maravilla de lo desconocido, esas canciones
que van desfilando entre las comunes de principio a fin, despertando admiración
y desencadenando la ansiedad. Porque estas nuevas canciones son tan sumamente
buenas que ya contamos los meses, días y horas para tenerlas entre las manos.
Pero paciencia: de momento saquémosle todo su jugo a “There Goes The
Nighmericans”, la más reciente publicación en formato single, la
elegantísima forma de expresión (especialmente emotiva su parte intermedia
recitada) que Elvis utiliza como alegato anti-Trump. Porque sí, un tipo con sus
principios e ideales no podía dejar pasar la ocasión de protestar. Y es que
hasta para quejarse hay que tener buen gusto.
www.elvisperkinssound.net
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