No me canso de decirlo: en la música pasan trenes a los que hay
que subirse sin remedio, pues quizá sea su último viaje. O el penúltimo. O el antepenúltimo. Por si
acaso mejor agarrar la ocasión, sobre todo si el tren para cerca de casa. ¿Quién
nos iba a decir hace unos meses que nos encontraríamos con Immaculate Fools cara a
cara, olvidados entre los injustamente olvidados? Momentos únicos para echar la
vista atrás, buscar en el armario de la ropa vieja, reconocer que su huella ochentera
se la comieron otros (Joy Division, The Cure, The Psychedelic
Furs, The Waterboys, Echo & The Bunnymen) por razones
acientíficas. Pero nunca es tarde para rectificar y redescubrir, para alcanzar
la felicidad que aporta el reconocimiento (aunque tardío) a una banda
extraordinaria, para confirmar el asombroso hecho de que la mayoría de estas
canciones estaban en ese armario, dobladas y arrugadas al fondo, pero ahí
estaban al fin y al cabo.
Aunque de aquella banda formada por los hermanos Weatherill y
Ross poco queda; queda solo un Kevin Weatherill (a.k.a Dirty Ray)
muy profesional y en plena forma, canciller en pos de la inmortalidad de su
trabajo, montando una nueva formación (y qué gran formación) para peinar nuevas
carreteras en este 2015. Un cordial tipo capaz de transmitir el olor, tacto y
sabor de la música desde el escenario, y no solo de la buena música pop-rock,
sino de vestigios más clásicos y blues, como los mostrados en esa supersónica exhibición
en solitario a la guitarra acústica (¿qué era eso? ¿“Big World for a Little
Man” quizá?). Y quedan ante todo esas canciones de toda la vida, ese ramillete
de éxitos desfilando uno tras otro para deleite de otra audiencia de esas que
tanto nos gustan (y entre las que nos sentimos tan, tan diminutos): talludita,
auténtica, entregada, verdadera. Audiencia que, evidentemente, enloquece ante
todo al son de “Immaculate Fools”, “The Prince” y “Sad”,
pero que mantiene el tipo de una forma ejemplar durante todo el show. Móviles grabando, brazos al aire, caras de ilusión. Sí, Immaculate Fools fueron unos cracks
de su tiempo. Yo era muy cría y no me enteraba. Ahora me entero y me contagio
de esta masa entusiasmada y me convierto orgullosa en uno más. “So sad, so sad, the things we never had, so sad,
so sad, so sad”. Lavo y plancho esa ropa vieja, y “Never Give Less Than
Everything”, “Wish You Were Here”, “Got Me by The Heart”, “Come
on Jayne”, “So Much Here” o “Dumb Poet” (más todas las
anteriomente mencionadas) relucen de puro brillo en mis perchas. Nunca es
tarde, no señor.
2 comentarios:
Al final no me decidí a subir a este tren de retorno (también se me complicó algo la cosa). Me agradaba la idea de volver a ver a los Inmaculados, en realidad como bien dices solo Kevin. Guardo un recuerdo maravilloso de las veces que los vi en los ochentas y a principios de los noventas, donde compartimos alguna risa y alguna cerveza. Me alegra que disfrutaras. Saludos.
Pues sí, fue una gran experiencia. Yo nunca los había visto en vivo, aunque sí que escuché muchas de sus canciones cuando era muy muy cría, y más tarde en mi etapa de descubrimiento ochentero. Un conciertazo que me sorprendió muy gratamente.
Como siempre, gracias por estar ahí, Johnny.
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