PARALLEL WORLDS, PARALLEL LIVES
Cosas que los
aficionados a Eels deberían saber
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No lo puedo evitar:
me van los perdedores, los outsiders, los raritos, los lobos esteparios. Me inspiran
una empatía demoledora. Quizá porque en cierto sentido yo también soy así, una beautiful
freak de tomo y lomo. Y como Mr. E es el paradigma de todo esto que
digo, y además un perdedor de los que molan, es decir, de los constructivos, de
los que después de mil zancadillas todavía mantienen un honrado sentido del
humor, pues es inevitable que me sienta en deuda con él cada vez que lo veo y/o
escucho, cada vez que me da una nueva canción que llevarme a la oreja. Conclusión:
si este prizefighter ha podido tirar para delante, cualquiera puede. No
sé si él es consciente de la bellísima lección que ha dado y está dando al
mundo, pero sería de infames no agradecérselo. Y en agradecimiento a todo eso y
al buen rato que me hizo pasar hace dos domingos, vuelvo a casa y saco todos
los discos de Eels. Y me vuelvo a empapar de ellos, desde el primero al
último, bonus incluidos. Y escucho cada canción con suma atención mientras leo
a la vez esas preciosas letras que escribe, historias de sufridor nato, de gran
pensador, de poeta urbano y rimador ingenioso. Letras escritas, al igual que su
libro, echándole un par de huevos. Y mientras hago todo esto me da por rescatar
otra vez “Cosas que los nietos deberían saber” y echar un vistazo a los
pasajes que señalicé con marcadores en su día. Y como eso me sabe a poco
empiezo desde el principio y me lo leo de nuevo enterito, de cabo a rabo. Y
vuelvo a emocionarme, a darle vueltas a la peonza, a compadecerme de sus cosas
y afrontar las mías, y terminar como terminé la otra vez: queriendo llorar y
reirme de la vida al mismo tiempo.
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Así que “Parallel
Worlds, Parallel Lives” es el complemento perfecto para “Cosas que los
nietos deberían saber”, pues cierra el círculo que Mark Oliver Everett
empieza a trazar en el libro, y lo ilustra con bellísimas imágenes de su
pasado, con su tristeza disimulada al hablar de todo ello delante de una
cámara, y con esas grabaciones de cassette que reproduce con más miedo que
vergüenza al final del documental en una secuencia antológica. Ah, y por
supuesto, todo con la música de Eels como espléndida y majestuosa banda
sonora.
Porque para conocer
el universo de las anguilas no basta con oír un disco o dos. Hay que empaparse
de todo, porque todo es lo mismo y forma parte de un conjunto. Un conjunto
cruel y muy hermoso. Solo cuando hayas visto, oído y leído todo, entonces
podrás saber de qué va esto.
Otro círculo que se
cierra: este reportaje complementa al colgado en CURTAINS el 28 de abril de
2011
5 comentarios:
Gran Post. Y Gran concierto al que asistimos algunos afortunados. Este doc no lo he visto pero me lo apunto como pendiente. Un saludo
Pues sí, muy emocionante el documental (puedes encontrarlo en el youtube)y enorme el señor anguilo. Saludos!
Da gusto leerte Mary, envidio tu pluma. Tiene que ser un gustazo también pasar toda una tarde en la barra de un bar contigo (el comentario de antes lo he eliminado porque me había patinado el dedo, ejem). Saludos norteños...
Mil gracias, Rastreador. Tu pluma tampoco está nada mal, que conste. Las barras de los bares me gustan bastante, aunque no siempre encuentras a alguien con quien merezca la pena compartirlas, verdad?. Saludos!!!
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