14 marzo 2011

CONCIERTOS

JOAN AS POLICE WOMAN. Madrid. Joy Eslava. 11-3-2011.

Joan Wasser comienza a convertirse en una de nuestras visitantes ilustres, una cara familiar en nuestras salas de conciertos. Siempre en su agenda, siempre España. En esta ocasión tocaba presentar “The Deep Field” (2011), su último largo. Un disco en el que se aprecian variantes: menos intimismo, más expresividad. Ella misma afirma que deseaba cambiar. Que estaba harta de la melancolía, que le apetecía soltarse la melena y divertirse. Sin embargo y comparado con los anteriores, a este álbum le falta un punto de emoción, canciones catalizadoras como las que abundaban en “Real Life” (2006) y “To Survive” (2008). Visión personal: debe ser que en el fondo soy un poco triste.

Y aunque no había una ocasión anterior para poder comparar, esta mujer merece una genuflexión. Su aparición en formato trío, con apenas dos teclados, una guitarra, un moog y una batería como instrumental sugería algo liviano y anecdótico. Stop a la incertidumbre y a las primeras (erróneas) impresiones. Déjenla hacer y saldrán de dudas, embelesados y sorprendidos a la vez. Verán como, embutida en su mono de cuero, no es la femme fatal que aparenta. Verán como es la elegancia y la cercanía en persona. Verán como se deja la piel sin ambages ni aspavientos, elevando su maleable voz a los cielos, haciendo de la canción más intrascendente un monstruo de dos cabezas. Pues sí, “The Deep Field” no es un disco que quite el sueño, pero saborearlo en vivo reconduce las opiniones por el buen camino.

Y es que fue este nuevo trabajo el gran protagonista de la velada. Ni una sola quedó en el tintero. La pegadiza “The Action Man” dio el pistoletazo de salida, las grandes se hicieron gigantescas y las medianas crecieron hasta dar la talla. Entre las primeras destacaron “Flash” y “Forever and A Year”, con Joan a la guitarra. Ambas dibujaron a carboncillo dos de los momentos más intensos de la noche, abrigadas por solemnes penumbras y silencios devastadores. Entre las segundas sobresalen “Chemmie”, que quedó rubricada por un efectista crescendo a doble micro; “Run For Love”, que salvó su debilidad con duelo final psicotrópico de teclados; y “Nervous”, finiquitada con un muro de ruido incontestable. Y en los pequeños huecos dejados por las nuevas aparecieron las maduradas “Hard White Wall”, “Save Me” y “Eternal Flame”, contentando modestamente pero dejando con la miel en los labios a los muchos que pedían a gritos la amada y esperada “Christobel”. A cambio la mujer policía nos regaló su cambio más radical, una rockera y hasta la fecha desconocida “Say Yes” que puso fin al bis y al show. Un show sin peros, entretenido, cautivador y capaz de un logro extremo: el de machacar la adicción al cigarro durante casi dos horas que pasaron como el viento.

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