30 septiembre 2010

RETROSPECTIVAS

CAT STEVENS. Tea for the Tillerman.

Joyas de los setenta (3ª parte).

Y volviendo insistentemente a esa cosa llamada folk, no se puede hablar de ello y de los setenta sin obviar al gran Cat Stevens. De sus muchos y brillantes trabajos, quizá sea este “Tea for the Tillerman” (70) el álbum con mayúsculas. Ese disco que siempre estará presente en cualquier lista de los mejores. Ese disco por el que no pasarán los años, que seguirá siempre sonando convincente, puro, desgarrador, poético y verdadero. Nada, absolutamente nada en el mismo tiene el carácter de desechable. Todas, absolutamente todas las canciones gozan de su importancia, su trono particular. Sanadoras e inmaculadas melodías emergen de cada una de ellas. Profundos y maravillosos mensajes se suceden una tras otra; especialmente emocionantes son la carta de consuelo de “Sad Lisa”, las antológicas descripciones en “Into White” o los consejos paternos en “Father and Son”. El fingerpicking y la voz gravitatoria del gato expelen bondad en toda su extensión, configurando un esqueleto revestido en ocasiones por pianos (“Wild World”, “But I Might Die Tonight”, “Miles from Nowhere”), violines y chelos (“Hard Headed Woman”, “Into White”) o por todo a la vez (“Sad Lisa”). Quizá la más recordada sea “Where Do the Children Play?”. Quizá las más inmediatas sean “Miles from Nowhere” con su vigoroso subidón, o “Longer Boats” con su reconfortante y unificador mantra (“longer boats are coming to win us, they´re coming to win us”). Pero sería ingrato tratar esta obra por partes, porque esta obra es un todo, un cuerpo entero, que se mueve y respira, que actúa e inspira, que refulge como un diamante. Sí, una obra maestra en toda regla.

www.catstevens.com

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