CONCIERTOS
BECK. Madrid. La Riviera. 9-7-2008.
Lo que pudo ser y lo que fue.
Este era un momento esperado hace tal que diez años o más: Beck Hansen con carta blanca, señor y protagonista en una esfera propia a techo cubierto. No suele prodigarse mucho por estos lares, no. Por eso los recuerdos y la miscelánea se acumulan en una mente que se repliega marcha atrás y se acuerda de los que le enseñaron y con los que compartió. Pero claro, ay, las cosas cambian, los artistas cambian. Al californiano le acaba de dar por ponerse serio, cantar y tocar, y punto pelota. Ya no hay show, ni sorpresas, ni sangre que llegue al río. Menos mal que sigue habiendo canciones, aunque suenen de puñetera pena. Los técnicos de sonido deberían estar a día de hoy en las listas del INEM. Aunque lo mismo fue aposta, que con éste nunca se sabe. Entre acoples, saturaciones y otras torturas sónicas, queda la sensación de lo que pudo haber sido más que de lo que fue.
Disfrazado de ¿Kurt Cobain? y con nuevos compañeros de aire universitario, participativos pero sosos (excepto el de la camiseta a rayas, todo un crack), a Beck parecen habérsele pegado algunas manías y maneras de su gran referente Dylan. Lo digo por la impuntualidad, el mutis, la esquivez, la urgencia por volar hacia otros nidos. El repertorio fue de escándalo, pero aquello pareció una contrarreloj del Tour de Francia sin tiempo para tomar aliento entre tema y tema. Pues eso, como si tuvieran prisa.
Repito, el repertorio de lujo. Basta transcribir el set list de grandes éxitos: “Devil´s Haircut”, “Loser”, “Nausea”, “The New Pollution”, “Girl”, “Minus”, “Sexx Laws”, “Tropicalia”, “Think I´m in Love”, “Sunday Sun”, “Lost Cause”, “Black Tambourine”, “Mixed Buziness”, “Where It´s At” y “E-Pro”. El nuevo se hizo de rogar, pero se le dio mucha cancha, con las excelentes “Gamma Ray”, “Orphans” y “Chemtrails” como cotas álgidas. Por cierto, valga una crítica de discos y matamos dos pájaros de un tiro: “Modern Guilt” (2008) es un gran álbum; las ideas siguen bullendo con soltura de la mente del güero, y esa es una poderosa razón para mantener la esperanza y no crucificarlo. Producido por el tratado de usía Danger Mouse, sabe más a psicodelia setentera que a bailonga modernez. Grande pero tan escaso como la masa muscular del muchacho y como los minutos de directo. Una hora y media siendo generosos. Y digo yo, ¿cómo se pueden tocar veintitrés canciones en tan poco tiempo (inclusive la versión de “Everybody´s Gotta Learn Sometime”)?. No, si al final me da por pensar que se portó.
De lo que no hay duda es de que Beck es un guitar hero, porque cuando estruja las cuerdas (ortodoxia cero) es el rey. El rey de un mundo, su mundo, que parece desteñir y perder el brillo de otros tiempos, convirtiéndose en un boceto en blanco y negro por culpa de la ¿madurez?. Que siga sonando la música, pero mejor que suene en casa.
Mención final teloneros: Tulsa no entusiasmaron, pero la versión de “Into My Arms” de Nick Cave (finamente traducida), ya valió el precio de la entrada. Y de paso me recordó que tengo una cita con el susodicho en breve.
www.beck.com
2 comentarios:
Vaya, vaya. Por lo que leo, parece que no te gustó mucho el tipo este Beck, con las ganas que tenías de ir a verlo, aunque ya comentastes lo de los técnicos de sonido. Quizás fue el mismo Beck el que decidió que su música sonase así, vete tú a saber, que en esto de los genios, el más incomprendido es al que más se recuerda en un futuro (Mira al Nietzche ese, con la de locuras que dijo y es uno de los más geniales).
En cuanto a lo de Nick Cave, cuánto te empeñas en recordarlo, pero también recuerda que sin su banda, o en este caso, sin parte de ella, le faltaría un punto de genialidad a su música. Tú lo verás en el summercase...yo, estaré celebrando un cumpleaños.
Nos vemos esta semana.
muy buena critica.
contigo se estoy ampliando mi cultura musical.
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