DISCOS
THE BRIAN JONESTOWN MASSACRE. My Bloody Underground.
Baja fidelidad, alta fidelidad.
Acontecimientos casuales recientemente solapados: la visión algo a destiempo del documental “Dig!!!” y este nuevo disco de The Brian Jonestown Massacre. La película de marras ofrece el retrato pormenorizado de Anton Newcombe y desvela las claves del submundo desordenado y retro que se esconde en cada uno de sus discos. Una banda fluctuante, levitante sobre la sombra de un tipo genial, caótico y antisistema, capaz de elevar a la máxima potencia el prototipo de la estupidez y la degradación humana. ¿Un hippy contemporáneo?. ¿Una oveja descarriada?. ¿Un obseso compulsivo?. Si Anton Newcombe y The Brian Jonestown Massacre sobreviven, está probado que los milagros existen.
“My Bloody Underground” (2008) es un nuevo corte de mangas al mundillo de las discográficas, el hi-fi y la MTV. Un compendio de composiciones disonantes y repetitivas, de bajísima calidad sonora pero altísimo regusto a clásico. Vuelven a aparecer los mantras (“Droping Bombs on the Whitehouse”, “Who´s Fucking Pissed in my Well”), la distorsión shoegazing (“Who Cares Why”, “Auto-Matic-Faggot for the People”), las rayaduras clínicas (“Ljosmyndir”, “Black Hole Symphony”) y sobre todo, el loco amor por el rock de los setenta en toda vertiente (“Infinate Wisdom Tooth/My Last Night in Bed with You”, “Yeah-Yeah”, “Golden Frost”). Entre Ravi Shankar, los Rolling y la Velvet, el tsunami se come el monte. Los que de verdad saben de música ya hablan de fetiche, de pieza de museo, de monstruo independiente, y elevan a Newcombe al estatus de nuevo anti-héroe americano. Un desorden existencial y mental de lo más fructífero.
www.brianjonestownmassacre.com
Baja fidelidad, alta fidelidad.
Acontecimientos casuales recientemente solapados: la visión algo a destiempo del documental “Dig!!!” y este nuevo disco de The Brian Jonestown Massacre. La película de marras ofrece el retrato pormenorizado de Anton Newcombe y desvela las claves del submundo desordenado y retro que se esconde en cada uno de sus discos. Una banda fluctuante, levitante sobre la sombra de un tipo genial, caótico y antisistema, capaz de elevar a la máxima potencia el prototipo de la estupidez y la degradación humana. ¿Un hippy contemporáneo?. ¿Una oveja descarriada?. ¿Un obseso compulsivo?. Si Anton Newcombe y The Brian Jonestown Massacre sobreviven, está probado que los milagros existen.
“My Bloody Underground” (2008) es un nuevo corte de mangas al mundillo de las discográficas, el hi-fi y la MTV. Un compendio de composiciones disonantes y repetitivas, de bajísima calidad sonora pero altísimo regusto a clásico. Vuelven a aparecer los mantras (“Droping Bombs on the Whitehouse”, “Who´s Fucking Pissed in my Well”), la distorsión shoegazing (“Who Cares Why”, “Auto-Matic-Faggot for the People”), las rayaduras clínicas (“Ljosmyndir”, “Black Hole Symphony”) y sobre todo, el loco amor por el rock de los setenta en toda vertiente (“Infinate Wisdom Tooth/My Last Night in Bed with You”, “Yeah-Yeah”, “Golden Frost”). Entre Ravi Shankar, los Rolling y la Velvet, el tsunami se come el monte. Los que de verdad saben de música ya hablan de fetiche, de pieza de museo, de monstruo independiente, y elevan a Newcombe al estatus de nuevo anti-héroe americano. Un desorden existencial y mental de lo más fructífero.
www.brianjonestownmassacre.com
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