CONCIERTOS
PATRICK WATSON. Madrid. Moby Dick. 15-3-2008.
Paraíso extraterrestre.
Ya fue mencionado en su día: “Close to Paradise” (2006-2007) ha sido uno de los discos revelación de los últimos tiempos. En un mondo sonoro en el que ya casi pocas cosas nuevas asombran, el canadiense ha decidido crear un universo paralelo con ventosas juguetonas que atrapan todo lo que se mueve cerca y huele a bueno. Por eso había que verlo en directo y confirmar in situ si es humano o marciano y cómo suenan esas canciones sobre un escenario. Oh, sorpresa. Es humano porque fuma, bebe Heineken, se parte de risa, se arrastra por los suelos para ubicarse, pide opinión a la audiencia y se funde con ella para cantar a pelo, pero hay algo marcianesco en su técnica vocal y ajuste de clavijas. Y Patrick Watson no es solo uno, es una banda de cuatro tíos bastante locos cuyo desfile de talento desemboca en un desparrame jazzístico-bluesero-noise desconcertante, con trazos de western, de reggae, de doo-woop. Una jam session como la copa de un pino. La música ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Así, “Weight of the World” y “Luscious Life” acaban en un improvisado frenesí ruidoso, “The Storm” se convierte de repente en himno tabernero interactivo y “Man Under the Sea” en un adorable y surreal numerito acústico de albañiles a pie de obra. Momentos como el de “just me, the fishes and the sea” cunden cantidad en los anales sentimentales. La pena es que se escurrieran del repertorio dos preciosidades como “Daydreamer” y “Sleeping Beauty”, aunque la excepcional “The Midnight Express” (con exhibición de Robbie Kuster en las marimbas) fue moneda de cambio de cotización altísima. Un show de sobresaliente, pleno de desinhibición y demostración de ideas, como no se veía desde Devendra Banhart. Que se sepa que son geniales. Y que siga corriéndose la voz.
www.patrickwatson.net
Paraíso extraterrestre.
Ya fue mencionado en su día: “Close to Paradise” (2006-2007) ha sido uno de los discos revelación de los últimos tiempos. En un mondo sonoro en el que ya casi pocas cosas nuevas asombran, el canadiense ha decidido crear un universo paralelo con ventosas juguetonas que atrapan todo lo que se mueve cerca y huele a bueno. Por eso había que verlo en directo y confirmar in situ si es humano o marciano y cómo suenan esas canciones sobre un escenario. Oh, sorpresa. Es humano porque fuma, bebe Heineken, se parte de risa, se arrastra por los suelos para ubicarse, pide opinión a la audiencia y se funde con ella para cantar a pelo, pero hay algo marcianesco en su técnica vocal y ajuste de clavijas. Y Patrick Watson no es solo uno, es una banda de cuatro tíos bastante locos cuyo desfile de talento desemboca en un desparrame jazzístico-bluesero-noise desconcertante, con trazos de western, de reggae, de doo-woop. Una jam session como la copa de un pino. La música ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Así, “Weight of the World” y “Luscious Life” acaban en un improvisado frenesí ruidoso, “The Storm” se convierte de repente en himno tabernero interactivo y “Man Under the Sea” en un adorable y surreal numerito acústico de albañiles a pie de obra. Momentos como el de “just me, the fishes and the sea” cunden cantidad en los anales sentimentales. La pena es que se escurrieran del repertorio dos preciosidades como “Daydreamer” y “Sleeping Beauty”, aunque la excepcional “The Midnight Express” (con exhibición de Robbie Kuster en las marimbas) fue moneda de cambio de cotización altísima. Un show de sobresaliente, pleno de desinhibición y demostración de ideas, como no se veía desde Devendra Banhart. Que se sepa que son geniales. Y que siga corriéndose la voz.
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3 comentarios:
Tanto oírte hablar de Patrick Watson, me ha picado la curiosidad de conocer un poco más a este individuo. Y más aún cuando escribes cosas tales como “el canadiense ha decidido crear un universo paralelo con ventosas juguetonas”, eso tengo que escucharlo para saber lo que es, pero me intriga un montón. Ya te contaré qué me parece su música una vez que escuche algo más, pero de momento lo poco que he escuchado me parece un músico diferente, no sé si termino de entender su universo paralelo, seguramente todavía no he sido envuelto y atrapado por sus ventosas juguetonas. En cualquier caso, si es humano y toma heineken, terminarán por atraparme, aunque sabes que yo soy más de mahou. Luego tocará escuchar un poco más de Nick Cave and the bad seeds, ese australiano con cara de palo del que también hablas tanto (no sé cómo te cabe tanto músico en la cabeza…). Nos vemos en los bares... Juan Ángel.
Ahora que leo el anterior comentario, yo también ando ahora "loquita" con Nick Cave...
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Rainby (la manchega palmesana :-p)
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Se me había olvidado una comilla :-p
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