18 junio 2007

CONCIERTOS

DOMINIQUE A. Madrid. Heineken. 8-6-2007.

Otra vez.

Enésima visita del galo a nuestro país, y enésima vez que me arrastra con la fuerza de un imán. De nuevo tengo que hablar de él, y ya no sé ni qué decir. Todo está dicho y redicho ya, y me arriesgo a repetirme como un loro. Así que agudicemos el ingenio y hagamos una crónica alternativa. ¿Qué tal hablar del público que acude a sus conciertos?. Gente de toda clase y edad. Los hay que van solos y se colocan en un rincón, como con vergüenza, pero con una cara de emoción contenida que no pueden disimular. Hay parejas, y normalmente a la chica le suele gustar más que al chico, ¿por qué será?. Hay mucha gente con gafas, unos con verdadera pinta de intelectuales, otros simplemente con aire de cultureta moderno. Pero también hay matrimonios respetables, chavalería con rastas y afros, y hasta me pareció ver algún “oscuro” pertrechado en las primeras filas. Viva la variedad. Lo bueno es que todos (al menos en Madrid) sabemos delante de quien estamos, y el respeto es general, como sagrado, y la temperatura sube, las ovaciones cada vez se extienden más y el francés siempre se despide entre vítores de torero.

Hablemos también de sus espectaculares y hacendosos músicos. Daniel Pabouef y Jérôme Benssoussan son dos bestias de escenario. El primero con el saxo y el oboe, el segundo alternando baquetas, percusiones y vientos. Dando color, fuerza o misterio a cada canción según requiera. David Euverte (¿por qué me suena tanto su cara?, ¿de qué lo conozco?) se encarga de piano, teclado, efectos marcianos. Y Olivier Mellano (tan tímido como de costumbre) es el encargado de las cortinas eléctricas. Dominique en solitario tiene argumentos suficientes para convencer a un universo entero. Pero hay que reconocer que, junto a este Equipo A, sus canciones salen disparadas como balas de cañón, conquistando por la fuerza.

Solo, con banda, en salas pequeñas, grandes festivales… Sea como sea, un concierto jamás se parece a otro. Algunas nunca fallan, como “Pour la Peau” y “Antonia”, pero ¿acaso no suenan de modo diferente en cada ocasión?. Siempre hay sorpresas, siempre. La más sonada esta vez fue la nueva versión de “La Mémoire Neuve”, más musculosa y acelerada que nunca. También se agradecieron temas que no suelen prodigarse, como la emotiva “Antaimoro” o la renovada “L´Amour”. Y lo dicho, como cada acorde suena distinto según el día, canciones que pasaban desapercibidas acaban volviéndote del revés, como “Bowling”. Así que ya no hace falta argumentar más la evidencia: es buenísimo, genial, un reinventor, un bárbaro guitarrista e intérprete, un compositor impecable, un artista de los de peligro de extinción.

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