CONCIERTOS
HOWE GELB + ´SNO ANGEL. Madrid. Heineken. 7-5-2007.
Y el viaje continua…
Hace algunos meses que regresé de aquella excursión mía por los desiertos abruptos de Arizona. Con los pies quemados, el aliento débil y la conciencia tranquila me recosté en la fresca hierba del mundo real para urdir nuevas escalas y aventuras, aceptando mi predestinación no muy tardía a un nuevo encuentro con el caballero del sombrero, el sacerdote de los cactus y las sombras, el autor de la historia americana más fascinante jamás contada. Y ese encuentro se ha producido un lunes de primavera. La primera vez fue casualidad. La segunda fue incitación. Y esta vez ha sido por una flecha de fuego indicando la única dirección posible.
En esta ocasión no había arena, rodadas de patrol ni huellas de coyote. La cita era en el bullicioso corazón de una ciudad implacable en la que el tiempo es oro, con miles de personas que corren, me esquivan, me desconocen y ni me miran, ignorando a dónde voy y con quién me voy a reunir. El gran Howe Gelb aparece, curando una impaciente espera, con ese sombrero de siempre que luego se lleva el viento. Pero no estamos solos. A mí me acompañan muchos que, como yo, han seguido la flecha. Y él se ha traído a sus amigos: a Fred Guignion con sus impecables guitarras y su slide; a Andrew McCormack a la batería; a Fernando Vacas en el bajo; y a cinco de sus adorables angelitos negros de Ottawa.
Todo el mundo lo conoce, debe ser. Y el respeto (ganado a pulso, y no en dos días) se convierte en un silencio que abruma hasta al propio maestro de ceremonia, que no sabe qué hacer o decir para romperlo, agradecerlo o rellenarlo. Mejor ahorrar saliva, coger el piano o una guitarra (o ambos) y contar lo que verdaderamente importa, con esa voz convincente, grave, serena, llena de sabiduría, que relata en mate esperando que su divina coral ponga el brillo. “Love Knows (No Borders)”, “But I Did Not”, “Paradise Here Abouts”, “Worried Spirits”, “The Farm”, “Nail in the Sky”, “Robes of Bible Black”, “That´s How Things Get Done”, “Howlin´a Gale”, esa enternecedora “Neon Filler”, esa misteriosa “Chore of Enchantment”, ese mordisco voraz a la grandiosa “Immigrant Song” de Led Zeppelin, todas y algunas más. Lejos de la frontera pero sin olvidarla. Lejos de los ausentes (Rainer) pero siempre con ellos en el corazón. Y vale errar, dudar, inventar, olvidar y cambiar de estrategia sobre la marcha. Dichosos los músicos genuinos, impredecibles y honestos, porque de ellos es el reino de los cielos.
www.howegelb.com
www.giantsand.com
Y el viaje continua…
Hace algunos meses que regresé de aquella excursión mía por los desiertos abruptos de Arizona. Con los pies quemados, el aliento débil y la conciencia tranquila me recosté en la fresca hierba del mundo real para urdir nuevas escalas y aventuras, aceptando mi predestinación no muy tardía a un nuevo encuentro con el caballero del sombrero, el sacerdote de los cactus y las sombras, el autor de la historia americana más fascinante jamás contada. Y ese encuentro se ha producido un lunes de primavera. La primera vez fue casualidad. La segunda fue incitación. Y esta vez ha sido por una flecha de fuego indicando la única dirección posible.
En esta ocasión no había arena, rodadas de patrol ni huellas de coyote. La cita era en el bullicioso corazón de una ciudad implacable en la que el tiempo es oro, con miles de personas que corren, me esquivan, me desconocen y ni me miran, ignorando a dónde voy y con quién me voy a reunir. El gran Howe Gelb aparece, curando una impaciente espera, con ese sombrero de siempre que luego se lleva el viento. Pero no estamos solos. A mí me acompañan muchos que, como yo, han seguido la flecha. Y él se ha traído a sus amigos: a Fred Guignion con sus impecables guitarras y su slide; a Andrew McCormack a la batería; a Fernando Vacas en el bajo; y a cinco de sus adorables angelitos negros de Ottawa.
Todo el mundo lo conoce, debe ser. Y el respeto (ganado a pulso, y no en dos días) se convierte en un silencio que abruma hasta al propio maestro de ceremonia, que no sabe qué hacer o decir para romperlo, agradecerlo o rellenarlo. Mejor ahorrar saliva, coger el piano o una guitarra (o ambos) y contar lo que verdaderamente importa, con esa voz convincente, grave, serena, llena de sabiduría, que relata en mate esperando que su divina coral ponga el brillo. “Love Knows (No Borders)”, “But I Did Not”, “Paradise Here Abouts”, “Worried Spirits”, “The Farm”, “Nail in the Sky”, “Robes of Bible Black”, “That´s How Things Get Done”, “Howlin´a Gale”, esa enternecedora “Neon Filler”, esa misteriosa “Chore of Enchantment”, ese mordisco voraz a la grandiosa “Immigrant Song” de Led Zeppelin, todas y algunas más. Lejos de la frontera pero sin olvidarla. Lejos de los ausentes (Rainer) pero siempre con ellos en el corazón. Y vale errar, dudar, inventar, olvidar y cambiar de estrategia sobre la marcha. Dichosos los músicos genuinos, impredecibles y honestos, porque de ellos es el reino de los cielos.
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1 comentario:
"You can tell me but I know.. it´s all classico"... no la quiso tocar, pero lo perdonamos, ¿no?. Qué carisma...
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