29 diciembre 2024

DISCOS

LOS DISCOS ESCUCHADOS (ENTEROS Y VARIAS VECES) EN 2024 

Un poco cansada ya de leer las típicas listas con los mejores discos de 2024, de no entender la mayoría y de llevarme gratas sorpresas con unas pocas, decido que yo también me mojo. Aunque no lleguemos a todo lo que se cuece y sigamos siendo selectivos, han pasado muchos álbumes por nuestras manos y oídos en este año. Vamos a hacer una lista, no ya de los mejores, sino de los que hemos logrado escuchar hasta el final del tirón, y más de una vez. Porque vaya lo que cuesta que un disco nos haga cosquillas o nos remueva las fibras últimamente. Y es raro que, en un año con nuevos discos de Nick Cave, Mercury Rev, Pearl Jam, Amen Dunes o Tindersticks, ninguno esté en el top 10. Pero… 

ARAB STRAP “I´m Totally Fine With It, Don´t Give a Fuck Anymore”

¿Por qué? Porque, en su reciente renacer, Aidan Moffat y Malcolm Middleton están clavando los mejores trabajos de su vida. Porque este quizá sea su disco más bailongo (esas cajas de ritmos). Porque el título mola. Porque “Alatoncennes”, “Hide Your Fires” y “Strawberry Moon” son brutales. Porque la letra de “Safe & Well” inquieta y da mucho que pensar. Porque vuelven a publicar en Rock Action Records. 

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¿Por qué? Porque ese pastiche krautrock-folk-funky-psicodelia engancha. Porque las líneas de bajo de Billy Fuller son matadoras (ojo a “The Seal” y “Secrets”). Por ese bonito homenaje a Crosby, Still & Nash en “Hungry Are We”. Porque al fin pudimos verlos en vivo en este 2024 (y nos encantaron). Porque el artwork del álbum es brillante y tronchante. Porque son unos músicos arriesgados y una gente estupenda. 


BETH GIBBONS “Lives Outgrown”

¿Por qué? Porque volver a tenerla activa es todo un acontecimiento. Porque no se puede transmitir más con una voz tan frágil. Porque junto a Lee Harris y James Ford ha creado una obra de folk psicodélico sublime. Porque “Floating on a Moment”, “Lost Changes”, “Oceans” y “Whispering Love” son tan emocionantes que dan ganas de llorar. Porque quizá sea el mejor disco del año. 

THE CURE “Songs of The Lost World”

¿Por qué? Porque hacía 16 años que no nos llevábamos una novedad suya a la boca. Porque vuelven a sus orígenes, ese sonido genuinamente oscuro que se desintegró tras “Disintegration” (89). Porque el elogio y la fama jamás pueden con su humildad. Porque la edad jamás puede con su ilusión. Porque “Alone” y “Endsong” son dos de los mejores temas compuestos y grabados en la última década. Porque son The Cure, y punto. 

DEADLETTER “Hysterical Strength”

¿Por qué? Porque su sonido es tan potente que abruma. Porque parecen una fiesta con Gang of Four, Devo, Psychedelic Furs y Talking Heads en la lista de invitados. Porque estos también se han dado cuenta de que el saxo es puro rock´n´roll. Porque “More Heat!”, “Bygones”, “A Haunting” y “Hysterical Strenght” son bestiales. Porque siempre es agradable añadir el nombre de una banda nueva a la lista de favoritos. 

FAT WHITE FAMILY “Forgiveness Is Yours”

¿Por qué? Porque aglutinan en poco más de media hora todos los géneros de la música popular de las últimas seis décadas. Porque pueden transmutarse en Syd Barrett, Leonard Cohen, Primal Scream, dEUS, Cole Porter o en quien les dé la gana. Porque es cortito y al grano. Porque “John Lennon” es una pieza maestra. Porque “Bullet of Dignity”, “Feed The Horse” y “Work” también son de diez. 

THE JESUS & MARY CHAIN “Glasgow Eyes”

¿Por qué? Porque siguen evolucionando sin perder su esencia. Porque “Mediterranean X Film” y “Chemical Animal” son magníficas. Porque los ritmos repetitivos de “Discoteque” y “Silver Strings” te ponen en trance. Por todos los nombres míticos que aparecen en “The Eagles and The Stones”. Por el curioso homenaje a The Velvet Underground en “Hey Lou Reid”. Porque grabaron en el Castle of Doom. 

KELLEY STOLTZ “La Fleur”

¿Por qué? Porque a este fenómeno nunca se le acaban las ideas. Porque siempre te devuelve la fe y las ganas de escuchar música. Porque vuelve a grabar él solito en su cueva de San Francisco. Porque de nuevo hay un poco de todo (trazas de rock, disco, psicodelia), aunque básicamente sea un disco pop. Porque “Human Events”, “Victorian Box” y “Awake in a Dream” se salen. Porque la portada vuelve a ser espectacular. 

NADINE SHAH “Filthy Underneath”

¿Por qué? Porque nos robó el corazón en el Big City. Porque da gloria oírla (y verla) cantar. Porque, aunque este no sea su mejor disco (¿abuso de sintes y programación?), siempre tiene algo genuino que ofrecer. Porque los exóticos estribillos de “Topless Mother” y “Food for Fuel” se pegan como lapas. Porque “Keeping Score” y “Greatest Dancer” alcanzan la categoría de himno nacional. Porque se merece una buena reseña de una vez por todas. 

PRIMAL SCREAM “Come Ahead”

¿Por qué? Porque después de ocho años los echábamos de menos. Porque no olvidamos los buenos ratos que nos han hecho pasar en festivales varios. Porque las memorias de Bobby nos encantaron. Porque una dosis de gospel, R&B y funk en un día gris y aburrido es mano de santo. Porque si quieres bailar, te puedes hinchar. Porque en las bajas revoluciones lo bordan (magníficas “Heal Yourself” y “Melancholy Man”). Porque es un discazo de principio a fin.

20 diciembre 2024

REPORTAJES

JARVIS COCKER “Buen Pop, Mal Pop, Un inventario” 

Siguiendo con la manía de cazar memorias de artistas presuntamente cualificados para contar algo interesante, era de cajón que había que leer a Jarvis Cocker, un personaje icónico del pop por sus propios méritos. Nunca fuimos unos locos de Pulp, pero hay que reconocer que “Common People” sigue siendo un himno de nuestras andanzas desde 1995, “This Is Hardcore” y “Party Hard” lucen como diamantes en los recopilatorios caseros de aquella época, y que ver a Jarvis en acción (dentro de la banda o como artista en solitario) siempre nos ha resultado divertidísimo. Ahí va el tipo raro, el gafotas, el patoso, el payasete, esa entrañable parodia de crooner. Bien, estos pensamientos no son insultantes ni malévolos; están construidos desde el máximo respeto, y precisamente ahora descubrimos que el hombre-personaje no piensa otra cosa distinta de sí mismo. Y también descubrimos cuan inteligente e ingenioso es, sacándose de la manga (de una de sus camisas raras) una autobiografía parcial con un armazón y un argumento totalmente insólitos. 

La cosa va de rebuscar y purgar en un viejo desván. De ahí se van rescatando recuerdos, antiguallas y reliquias, y el autor nos las muestra explicándonos el por qué de cada una y relacionándolas con un episodio vital o histórico. Vamos, como un “Yo fui a EGB” (de Sheffield). Con este formato el libro se hace entretenido, irresistible, y asombra con su imaginativo diseño gráfico. Es como leer un diario adolescente, un fanzine, un cómic o la guía de la tele, todo junto y bien revuelto. En esos capítulos vamos descubriendo a un tipo que tuvo bien claro desde pequeñito que quería ser artista, soñando con fundar una banda (que, sin duda, se llamaría Pulp) y desmontar las reglas del universo pop (o del universo a secas). Como a tantísimos músicos, el punk le ofreció la ilusión de poder hacer algo relevante sin saber nada o casi nada, solo a base de actitud. Se juntó con los más raritos del lugar para dar rienda suelta a su obsesión. Las pasó canutas para encajar las piezas de su invento. Pero jamás se rindió; ni los desastres escénicos, ni los accidentes, ni la decadencia local ni el thatcherismo pudieron pararle los pies. Ejemplo de contumacia y perseverancia, y de “me importa un bledo lo que penséis de mí y de nosotros”. 

A través de esos objetos tan peculiares (me quedo con la grabadora Tensai, el jersey de tres estrellas, la entrada del John Peel Roadshow, el recopilatorio de la Velvet y, por supuesto, con el Science Book nº 4 entero), Jarvis nos va narrando con un sentido del humor muy inglés una infancia y adolescencia que marcaron sus decisiones postreras. Entretanto mezcla el pasado con confesiones sobre las esquinas de su personalidad, taras variadas, estupideces cometidas, y sobre todo, ídolos y héroes. De querer ser como una mezcla entre Ian McCulloch, Hugh Cornwell y Elvis Costello hasta encontrar un estilo propio del que estar orgulloso. De hablar con Leonard Cohen, recibir una lección y aplicarla en adelante. De oír en bucle a Barry White y adorarlo hasta la eternidad. En fin, las andanzas de un cantante y compositor pop. Un tipo que llegado a los sesenta se plantea guardar o tirar (y guarda más que tira, la verdad). Porque, según él, la vida puede que se venda como azar, pero todo tiene una conexión. ¿O no? Lo que el bueno de Jarvis ofrece como entretenimiento se convierte en un manojo de teorías que noquean por su acierto. Gran sabio. Buen Pop.