A rebufo de la actuación de Foo Fighters este verano y gracias
a los habituales trabajos de familiarización previos, a mis manos llegó hace unas
semanas un diamante en forma de serie documental. A Dave Grohl se le
ocurren cosas muy originales y dicharacheras. Pero esta puede que haya sido su
ocurrencia más épica y valiosa, desde un punto de vista personal (experiencia
divertidísima, nostálgica y particularmente enriquecedora para la banda), pero
también desde un punto de vista gráfico e histórico. La idea de “Sonic
Highways” (2014, emitida en HBO) era simple y a la vez compleja: se trataba
de grabar ocho canciones en ocho estudios de ocho ciudades diferentes, y a la
vez bucear en la escena, legado y espíritu musical de cada una de esas cities. Los enclaves elegidos eran
obvios: Chicago, Washington DC, Nashville, Austin, Los Angeles, Nueva Orleans, Seattle
y Nueva York. Ocho ciudades que poseen la indudable franquicia cultural y sonora
de un país entero, de norte a sur, de este a oeste. En ocho episodios (a cual
más apasionante) la familia Foo Fighters se desplaza a cada uno de estos
escenarios con la intención de grabar una canción, sí, pero además recabar
declaraciones, imágenes, testimonios, recuerdos y sabores. Todo ello nutre el
proceso compositivo de Dave Grohl, así como su potencial narrativo,
didacta y analítico. Porque Grohl no solo es una rock star; también es un melómano, un estudioso, un fan, un
fetichista, un alma todoterreno que se deja abastecer por todos los proveedores
de la música popular. Y he aquí el resultado de tan plausible iniciativa: una
soberbia superposición de sonidos e imágenes actuales y de archivo, un desfile
majestuoso de grandes nombres (músicos, productores, editores, críticos…), una
colección de enseñanzas memorables sobre los mundos (y submundos) nacidos en
todos estos célebres rincones. En resumen: una auténtica celebración de esa
cosa que tanto amamos y que tanto nos importa, esa cosa llamada música.
Los ocho episodios de esta serie nos llevan a multitud de
lugares emocionantes: a los clubs blueseros del Chicago de Muddy Waters
o Buddy Guy; a la escena go-go de Washington creada por Chuck Brown;
al Gran Ole Opry como plataforma de ídolos country en Nashville; al espacio
mágico y divulgativo de Austin City Limits; a las fiestas de Palm Desert; a los
desfiles dixieland de Nueva Orleans;
al Seattle boyante de los 90 y el milagro Nirvana; al estallido hip-hop
neoyorkino y al mítico CBGB. Un viaje alucinante apuntalado por las valiosas
declaraciones de músicos como el propio Buddy Guy, Rick Nielsen, Dolly
Parton, Emmylou Harris, Steve Earle, Tony Joe White, Willie
Nelson, Joe Walsh, Roky Erickson, Billy Gibbons, Allen
Toussaint, Cyril Neville, Dr. John, Ian McKaye, Chris
Cornell, Josh Homme, Ben Gibbard, Gary Clark Jr., Thurston
Moore o Chuck D. O de productores como Steve Albini, Rick
Rubin, Tony Brown y Daniel Lanois. O de personajes
perpetuadores de herencias culturales, como Ben Jaffe, Rodney
Bingenheimer y Norah Guthrie.
“Sonic Highways” (el disco) quizá no sea lo más laureado
de Foo Fighters, pero sí que es su auténtico álbum-epopeya. Cachitos de fábula
creados y producidos (por Butch Vig, cómo no) en rincones tan especiales
como los Electrical Audio Studios de Steve Albini, el Inner Ear en
Washington, la casa-estudio de Zac Brown en Nashville, el espacio del Austin
City Limits, el turístico Rancho de Luna, el legendario Preservation Hall de Nueva
Orleans, los estudios de Robert Lang en Seattle y el recientemente
clausurado The Magic Shop de Steve Rosenthal en Nueva York. Canciones
que contaron con el estimable apoyo de muchos de los testigos de esta magnífica
invención (Rick Nielsen colabora en “Something from Nothing”, Zac
Brown lo hace en “Congregation”, Gary Clark Jr. en “What
Did I Do?/God as My Witness”, Joe Walsh en “Outside” o Ben
Gibbard en “Subterranean”). Canciones que son una excusa para
aprender, vivir, mirar más allá, y descubrir que todos los caminos de la música
se cruzan en un mismo destino. Un destino inmaterial radicado en una ciudad
imaginaria que todos hemos visitado y a la que siempre somos bienvenidos.