DISCOS
FOALS. Total Life Forever.
Bailar y no pensar.
Podría ser que Foals fueran una de las bandas más interesantes de la última ola británica, podría ser. O al menos podría ser que fueran una de las menos prescindibles. Como “Antidotes” (2008) los reveló tan sumamente buenos, excitantes y originales, hacerse con “Total Life Forever” (2010) urgía como el comer. No obstante, es un error vender la piel del oso antes de cazarlo. El festín dantesco de su primer álbum no admite réplica en este segundo, si bien hay momentos que, como en aquel, deslumbran en sus construcciones imposibles de viajes hedonistas o kafkianos. Por ejemplo, el sugerente despegue de “Blue Blood”, con un aborto en forma de estribillo mejorable. O el incesante titilar de “Black Gold”, machacante de pies y manos, con dos últimos minutos y medio de película. O la sofisticada “After Glow”, metiendo a los mismísimos The Cure en una batidora. Y cómo no, el sano regustillo a Talking Heads de la divertida “Total Life Forever”. En sueños los creímos hermanos de sangre de Byrne y compañía. Fatal desengaño al despertar. Han tirado por un camino que a ratos (“Miami”, “This Orient”) los hace cómplices de engendros de estadio y comercio injusto. No obstante, mejor perdonar y no arbitrar. Para bailar a gusto hay material de sobra.
www.wearefoals.com
Bailar y no pensar.
Podría ser que Foals fueran una de las bandas más interesantes de la última ola británica, podría ser. O al menos podría ser que fueran una de las menos prescindibles. Como “Antidotes” (2008) los reveló tan sumamente buenos, excitantes y originales, hacerse con “Total Life Forever” (2010) urgía como el comer. No obstante, es un error vender la piel del oso antes de cazarlo. El festín dantesco de su primer álbum no admite réplica en este segundo, si bien hay momentos que, como en aquel, deslumbran en sus construcciones imposibles de viajes hedonistas o kafkianos. Por ejemplo, el sugerente despegue de “Blue Blood”, con un aborto en forma de estribillo mejorable. O el incesante titilar de “Black Gold”, machacante de pies y manos, con dos últimos minutos y medio de película. O la sofisticada “After Glow”, metiendo a los mismísimos The Cure en una batidora. Y cómo no, el sano regustillo a Talking Heads de la divertida “Total Life Forever”. En sueños los creímos hermanos de sangre de Byrne y compañía. Fatal desengaño al despertar. Han tirado por un camino que a ratos (“Miami”, “This Orient”) los hace cómplices de engendros de estadio y comercio injusto. No obstante, mejor perdonar y no arbitrar. Para bailar a gusto hay material de sobra.
www.wearefoals.com