18 agosto 2010

DISCOS

FOALS. Total Life Forever.

Bailar y no pensar.

Podría ser que Foals fueran una de las bandas más interesantes de la última ola británica, podría ser. O al menos podría ser que fueran una de las menos prescindibles. Como “Antidotes” (2008) los reveló tan sumamente buenos, excitantes y originales, hacerse con “Total Life Forever” (2010) urgía como el comer. No obstante, es un error vender la piel del oso antes de cazarlo. El festín dantesco de su primer álbum no admite réplica en este segundo, si bien hay momentos que, como en aquel, deslumbran en sus construcciones imposibles de viajes hedonistas o kafkianos. Por ejemplo, el sugerente despegue de “Blue Blood”, con un aborto en forma de estribillo mejorable. O el incesante titilar de “Black Gold”, machacante de pies y manos, con dos últimos minutos y medio de película. O la sofisticada “After Glow”, metiendo a los mismísimos The Cure en una batidora. Y cómo no, el sano regustillo a Talking Heads de la divertida “Total Life Forever”. En sueños los creímos hermanos de sangre de Byrne y compañía. Fatal desengaño al despertar. Han tirado por un camino que a ratos (“Miami”, “This Orient”) los hace cómplices de engendros de estadio y comercio injusto. No obstante, mejor perdonar y no arbitrar. Para bailar a gusto hay material de sobra.

www.wearefoals.com

16 agosto 2010

DISCOS

DAMIEN JURADO. Saint Bartlett.

Oda a los grandes cantautores.

Desde la modestia, desde la sombra, desde un umbral remoto, Damien Jurado ha vuelto a demostrar que la belleza de su composición no tiene límites. Que es posible nacer de la nada, empezar con lo puesto, encorajinarse de veras y decidir crecer sin miedo. La era acústica, pétrea y minimalista quedó lejos. La efervescencia ruidosa y rebelde también. Ahora, en plena madurez musical y (¿quién sabe?) espiritual, el de Seattle presenta un ilustre conjunto, la vista completa de un paisaje perfecto. Con la estimable producción del estimado Richard Swift, en este “Saint Bartlett” (2010) no es solo la canción lo que impresiona, la canción en sí misma, sino su más allá, esa segunda capa escondida, en ciertos casos, tras una nitidez superpuesta. Orquestas, corales, voces en off, desórdenes metálicos, diales enloquecidos. Es lo que tiñe de notoriedad superior canciones ya de por sí muy notables. Como “Cloudy Shoes”, comienzo despampanante y esperanzador, señal inequívoca de que éste no es un disco de usar y tirar. A su misma altura se sitúa “The Falling Snow”, recorriendo la piel a golpe de clave. Y si lograr la canción perfecta siempre fue el reto o la utopía de muchos, “Throwing Your Voice”, “Pear” y “Kalama”, cada cual en su estilo (americana, folk o country), estarían bien cerca de su destino. Y no es casual que, tras varios discos de Damien investigados, ahora nos demos de bruces con el reflujo de todo un grande, la estela de todo un Neil Young, candente en “Harborview” y flagrante en “Wallingford”. Porque Damien Jurado podría convertirse en su digno y singular heredero a poco que se lo propusiera. Y no es exagerar. En un año de novedades haraganas y pereza indagadora, éste podría ser el disco de la salvación.

www.saintbartlett.com