09 marzo 2008

CONCIERTOS

THE CURE. Madrid. Palacio de los Deportes. 6-3-2008.

Treinta años en tres horas.

Tras su espectacular exhibición en el FIB de 2005, empecé mi crónica de la siguiente forma: “Los años pasan. Solo los fuertes sobreviven. La naturaleza hace su selección. Y The Cure siguen adelante”. Una introducción que también vale para la ocasión. No nos engañemos: pocas bandas con treinta años a la chepa son capaces de mantenerse erguidas con tanta dignidad, dando conciertos tan intensos y reviviendo su historia entera sin enterramientos ni olvidos. The Cure entraron en el Guinness hace tiempo, pero no pasan de moda. Más que eso, siguen siendo una banda de “ahora”, y quizá por eso la media de edad en el Palacio de los Deportes estaba más cerca de la veintena que de la cuarentena. Un Palacio que tardó mucho en llenarse (los horarios laborables, los atascos), de modo que 65 Days of Static abrieron solo para un tercio escaso del aforo, que quedó deleitado por su tremebunda contundencia post-rockera en su primer viaje de negocios a nuestro país. Telonear a Robert Smith y compañía es un lujo, pero tiene su inconveniente: que ya nadie se acuerda de ti cuando el aluvión pasa y toca retirada.

No es que lo dudáramos, pero sí, al final fueron tres horas. Tres horitas de nada, volatilizadas en un suspiro de añejos recuerdos y vivencias. No faltó casi nada (y digo casi porque yo eché de menos “Fascination Street”, “Close to Me” y “High”, pero ¿qué derecho tengo a quejarme?) y también hubo un hueco para dos o tres novedades que no son para tirar cohetes pero se dejan escuchar. El arranque con “Plainsong” y “Prayers for Rain” fue de escalofrío. A partir de ahí, mutismo e hipnotismo (ni podía cantar de la emoción, lo juro), sucediéndose “A Strange Day”, “Alt. End”, “The Blood”, “Lovesong”, “From the Edge of the Deep Green Sea”, “Lullaby”, “Hot Hot Hot”, “Primary”, “Pictures of You”, “Friday I´m in Love”, “Never Enough”, etc. De la oscuridad a la luz y viceversa, en un abrir y cerrar de ojos. Y por cierto, sigue sin echarse en falta el teclado, porque Robert ya se encarga de poner el acorde esperado en el sitio indicado para que canciones como “Lullaby” (que se escuchó hasta en Albacete por obra y gracia de mi Nokia) brillen hasta dejarte cegato. (Y hablando de los dones de Robert Smith, qué espectacular voz en directo).

Los momentos de mayor locura (desde el primer palco se puede medir con absoluta precisión la temperatura de la marabunta) los desataron “Push”, “In Between Days” y “Just Like Heaven”, amén de los segundos bises, un homenaje ejemplar al “Boys Don´t Cry” (80). “Fire in Cairo”, la homónima (la más coreada de la noche, sin discusión) y “10:15 Saturday Night” arrasaron, desvestidas de su toque retro para adaptarse a los nuevos tiempos. Qué gran fiesta.

Pero volvamos de nuevo atrás, que se me olvida ese glorioso final pre-bises con “Wrong Number”, “One Hundred Years” y “Disintegration”. La primera, todo un sorpresón, sonó más rockera y menos electrónica. La segunda es ya de por sí apoteósica, pero las imágenes de horror y las luces rojo sangre hacen que dé verdadero pavor. La tercera ya es un clásico de punto y aparte, y siempre deja el alma en vilo y los pelos como escarpias. Apenas hubo tiempo para recuperarse del shock, y ahí estaban de nuevo para brindar el primer bis, homenaje a “Seventeen Seconds” (80), con una enigmática y acongojante “At Night” que luego dio paso a “M”, “Play for Today” (otro momentazo de jolgorio colectivo) y “A forest”. Enormes.

El tercer bis es anecdótico: “Why Can´t I Be You?” fue la despedida definitiva y la cobertura de cupo de esas tres horas tan bien invertidas, tan bien disfrutadas, tan jodidamente inolvidables. Sí, los años pasan, pero ellos están todavía en lo más alto. En el puto cielo.

www.thecure.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta vez me los perdí, pero vi a The Cure hace unos años en Las Ventas, en Madrid, y se que sus conciertos son una autentica gozada para los fans ya que repasan siempre casi todos sus éxitos en conciertos de una duración considerable.

Para mi escuchar en directo temas como "A Forest" fue un momento irrepetible.

Un saludo

Anónimo dijo...

¡Qué envidia! Ya podías haber "dirigido" tu Nokia a tierras mallorquinas. Me gusta tu blog, sigue así!!! :)

Rainby